Desde hace un tiempo a los partidos les da por sectorizar su campaña, dando lugar a comparecencias que terminan siendo irrisorias. Les pasa como cuando empiezan a crear grupos dirigidos a determinado sector de la población, aplicando diferencias mientras crean, por otro lado, un ministerio de igualdad. Le pasa lo que les cuento indistintamente al PSOE y al PP. El primero, aficionado ya a aplicar sectores a diestro y siniestro, termina convocando ruedas de prensa porque ‘hay que darle trabajo’ al grupo en cuestión. El segundo empieza a cogerle gustillo a eso de organizar sectoriales en plena campaña que, me pregunto, ¿tienen alguna utilidad? Más allá de servir de centro de reunión de los colegas de turno que se pasan el micrófono para hacer las preguntas contenidas en el guión, poco efecto más pueden tener. Pero es la práctica que se estila en campaña y la explotada por ambos partidos. ¿Qué pasará si terminan estrellándose? Siempre habrá alguien a quien echar las culpas. En eso los líderes políticos son sagaces, buscando al cabeza de turco de todos sus males, en vez de encontrar el origen en su propio patio. Les contaré, a modo de ejemplo, que todavía recuerdo los lloros de un ex presidente que culpaba al genio de Vicente Álvarez de su debacle, cuando el cáncer lo había tenido en su propio partido. Pues al igual que aquel, otros vendrán -u otras- que buscarán culpables más allá de su propia gestión equivocada.
Sectorizar es la apuesta y los resultados deben ser, para bien o para mal, asimilados por quienes consideran que así analizan y captan a todos los sectores habidos y por haber.
Por cierto, que metidos en campañas, nos vamos a tener que conformar con un debate entre Vivas y Alí a las 9 de la mañana tras la resaca de la pegada de carteles. ¿Han visto ustedes mayor estafa al ciudadano? Y que conste que nada tengo contra la cadena SER ni mucho menos me metería con sus profesionales. A ellos no cabe pedirles la responsabilidad de una oferta que para mí no tiene más calificativo que emboscada pura y dura.