Parece mentira que esté escribiendo estas líneas. Como parecía mentira cuando me avisaron que eras tú la persona que había fallecido en la Marina mientras practicaba deporte. Casi todos los días y a la misma hora. Se nos ha ido uno de los grandes en el mundo de la abogacía. Porque Jorge era eso, un grande además de un luchador que había conseguido a base de trabajo constante hacerse un nombre en el mundo del Derecho, compartiendo despacho con Javi. Menuda pareja, dos buenos profesionales juntos pero además dos personas cercanas y agradables. Son muchos años cubriendo tribunales y muchos años escuchando esas exposiciones tan claras y trabajadas que eran propias de Martín Amaya. Cada caso lo defendía como uno propio, sin importar que le hubieran contratado específicamente para ello o que le tocara de oficio. Todavía recuerdo cómo defendió con uñas y dientes ante el tribunal de la Audiencia a un joven subsahariano acusado de pilotar una patera. Tenía todo en su contra y a Jorge le tocó aquel caso de oficio. Su exposición final fue igual de trabajada y detallista que cualquier otra. El joven terminó absuelto gracias a una defensa para quitarse el sombrero. Y es que Jorge le echaba mano a todo, desde los casos que podríamos considerar más mediáticos hasta los que pasarían desapercibidos para cualquiera. Y todas sus defensas las hacía con la misma intensidad. Se nos ha ido uno de los grandes y todavía no me lo creo. Su marcha es una de esas pérdidas duras, que no te esperas, que piensas que forman parte de un sueño, de algo que no ha podido suceder porque resulta complicado asimilar. Quienes conocimos y tratamos a Jorge nos quedamos con su recuerdo. Por mi parte solo puedo tener palabras de admiración por los tantos y tantos juicios en los que dio lecciones brutales de Derecho. Personalmente me quedará siempre su imagen, lo amable que era, las conversaciones en los tiempos muertos en esos largos juicios que se extendían horas y horas, las anécdotas, los comentarios, cómo te reías porque ponía de foto de whatsapp a mi perro, las enseñanzas para no meter la pata en los siempre complicados textos de tribunales y el cariño que tenías por los tuyos. Hay noticias difíciles de asimilar, chocan brutalmente con lo que uno considera posible. De Jorge siempre quedará el recuerdo y el aprecio que te hemos tenido los que te conocimos.