Andamos buenos con las libertades religiosas y con las legislaciones que las protegen. Me gusta ser preciso y como decía no se quién, no se cuándo: “No hay nada más intolerante que ser tolerante con todo y con todos”.
Ya había oído hablar de noticias parecidas pero, como la gente es muy mala, no daba crédito hasta que me estamparon la noticia en todos los morros: “El TEDH condena a España a pagar 26.000 euros por hacer transfusiones de sangre a una testigo de Jehová”.
Así es y no es broma inocente ni un chiste que alegre el día después de lo que está cayendo.
El Tribunal ve vulnerado el derecho de la mujer al respeto a la vida privada y familiar en relación con el derecho a la libertad religiosa.
Los documentos en los que dejaba claro que no quería recibir dicho tratamiento médico bajo ninguna circunstancia, incluso si su vida estaba en peligro no fueron tenidos en cuenta.
La testiga fue ingresada en el Hospital de Soria por una hemorragia interna que le había provocado una anemia grave. Ese mismo día, los médicos le recomendaron una transfusión de sangre, pero se negó y lo dejó nuevamente por escrito en un documento para el consentimiento informado que tanto ella como su doctor firmaron y que se incorporó a su historial.
Al día siguiente, dada la gravedad de su estado, fue trasladada en ambulancia a un hospital de Madrid conocido por prestar tratamientos alternativos a las transfusiones de sangre, acompañada por un médico con su historial. Pero dada la gravedad los médicos le transfundieron contactando con un juez de guardia que dio la orden de la intervención aunque indicaron al magistrado que la paciente era una testigo de Jehová que había manifestado su negativa a recibir todo tipo de tratamientos a pesar de su gravedad.
"De momento no han denunciado al cañonazo por avisar que son las 12. Lo mismo sale alguien diciendo que su religión prohíbe el ruido"
Los facultativos y el juez se “saltaron a la torera” la decisión de la enferma. Su intención era salvarle la vida.
No sé qué hubiera pasado si los sanitarios la hubieran dejado desangrarse a la testiga; lo mismo un picapleitos los habría acusado de asesinato.
Puestos a pedir, pidamos un hospital para Testigos de Jehová, otro para mormones, otro para católicos que se resistan a paliativos, otro para ateos que exijan cualquier droga para evitar el dolor, otro para gente que decida no ducharse ni cambiarse la ropa pues está en contra que se lo vea desnudo, otro para los que no quieran un trasplante, otro para los negacionistas de COVID. La libertad ante todo. Las leyes nos protegen en un mundo tan hipócrita en el que un testigo gana el juicio. No sé si afectará a menores pues los progenitores tienen la patria potestad y pueden liarse a tortas con los jueces.
Propongo que cada uno se invente una religión y exija que se cumplan sus sagrados mandamientos.
De momento no han denunciado al cañonazo por avisar que son las 12. Lo mismo sale alguien diciendo que su religión prohíbe el ruido.
Dios nos acoja en su seno y en su coseno. Y como decía el loro de Patricio que sabía refranes: “A Dios rogando y con el mazo dando”.