El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha citado al alcalde Vivas a una reunión en La Moncloa para abordar la situación preocupante, y mucho, que se vive en Ceuta tras las entradas masivas de mayo. La ciudad no puede soportar la situación derivada de la entrada de miles de personas ni esta tardanza en recuperar la normalidad perdida. No es justo para sus ciudadanos, ni tampoco es justo para una ciudad que se presume debe ser tratada en igualdad de condiciones que el resto. Algo que en la práctica nunca sucede.
Ceuta se ha tenido que adaptar a la presencia de miles de personas con las que no se contaba, con cientos de niños a los que hay que atender sin tener infraestructuras dignas para ello y con otros tantos adultos que siguen pernoctando de aquella manera y, en muchos de los casos, sin control alguno. Mantener en el tiempo esta situación ya extendida durante meses supone un gesto de imprudencia para Ceuta, que ya de por sí arrastra la situación anómala derivada de un cierre de fronteras que, en la práctica, imposibilita muchas cosas, muchos trámites antes rutinarios que ya no pueden llevarse a cabo.
Sánchez no tiene otra salida que comprometerse a actuar de inmediato. Y ese de inmediato es ya, porque en dos semanas habrá que escolarizar a un buen número de menores con los que no se contaba; porque en cuestión de meses habrá que pensar dónde meter a los niños que ahora están durmiendo en un polideportivo o en centros alternativos en mitad del monte, en unas situaciones incompatibles en cuanto lleguen las condiciones meteorológicas adversas.
Para afrontar esta situación no se puede ni anunciar grupos de trabajo ni decir lo mismo que hace semanas, sino que hay que poner remedio a las consecuencias de lo que fue un auténtico chantaje. La Ciudad está tocada y mucho, llegará un momento -y precisamente no lejano- en el que no va a poder hacer frente a una serie de gestiones por esta situación extraordinaria. Eso en el plano económico, pero preocupante o más es el social, ese sentimiento que va anidando y haciéndose fuerte en una población ciertamente cansada, una población que debe recibir respuestas de inmediato y que está cansada de compromisos que en la práctica no dan resultados.
De la reunión de hoy se espera bastante, quizá porque ya quedan pocas alternativas que puedan ser efectivas.