Antes de decidirme a dedicar unas letras a la próxima festividad en nuestra ciudad de SAN ANTONIO, antes de expresar brevemente la biografía del Santo. Pienso que en todo del desarrollo de amor al Santo, creo que es una manifestación “ de Fe, Religiosidad y Tradición”, quiero en primer lugar hacer mención a estas tres palabras para mi importantes, en la celebración de estos tipos de eventos, repartidos por toda nuestra patria.
A propósito de las dificultades que plantea la FE, se da a entender que una de las raíces de la posible confusión está en que no siempre distinguimos correctamente, que una cosa es la “RELIGIOSIDAD”, y otra cosa es la FE. La religiosidad es un hecho cultural.
La Fe es una opción personal. La religiosidad comporta creencias , prácticas religiosas, normas tradiciones, costumbres….. Todo eso son elementos de una cultura determinada.
Todo ello se asimila y se integra en la persona por contagio cultural. La FE es otra cosa, que en muchos aspectos y cuestiones roza el hecho cultural de la religiosidad. Me viene en estos momentos a la memoria, cuando antiguamente estudiábamos el célebre “Catecismo”, a la pregunta : ¿Qué es Fe? Contestábamos :”Es creer lo que no vemos”. Algunos lectores lo recordarán con cariño esa época del Catecismo.
Cuando hablamos de la Fe de Jesús – la Fe de la que nos hablan los Evangelios – estamos hablando de una “opción personal”. Se trata de la opción que cada cual toma personalmente ante la persona de Jesús, ante su vida, sus enseñanzas y sus exigencias.
Es verosímil que la Ermita de San Antonio del Monte Hacho se edificara en los primeros años después de la conquista de Ceuta por los portugueses (1.415)
La FE es una convicción que se traduce en una forma de conducta. Cuando un pueblo deja de lado sus TRADICIONES, no solo pierde una parte de sí mismo sino que además su propia identidad se resiente al dejar de transmitir una parte de su patrimonio más valioso a las generaciones venideras (Juan Redondo).
Debemos resistir a perder lo nuestro. Hay que insistir en la transmisión de nuestras tradiciones a las nuevas generaciones.
Y para esto último, tenemos una Cofradía de San Antonio, con su Hermano Mayor al frente Carlos Orozco, junto a su Junta de Gobierno, que están haciendo una labor óptima, para que la Fe, la Religiosidad y la Tradición no decaiga en ningún momento en nuestra ciudad, y que se refleja en su “Romería” cada 13 de Junio, y considero que lo están consiguiendo a base de trabajo, dedicación, esfuerzos y del gran amor a su Titular. Felicidades a todos, seguid por ese camino. Y no olvidemos que: “Un pueblo sin tradiciones es un pueblo muerto”. Expresado lo anterior vamos con nuestro querido San Antonio, al que recuerdo siempre, como un romero más, y os estoy hablando desde finales del año 40, ya ha llovido. Antonio nació posiblemente en Lisboa.
La casa donde se estima nació el Santo, en el barrio medieval de la Alfama, fue destruida completamente en el terremoto que arrasó Lisboa el 1 de Noviembre de 1.755, y solo se conserva un pequeño sótano. Su nombre secular era FERNANDO MARTÍN DE BULHOES E TAVEIRA AZEVEDO, nombre que cambió por el de ANTONIO en 1.220 cuando entró en la “Orden de los Frailes Menores”.
La Ermita ha sufrido varias reconstrucciones, como la de 1.593 en la que se utilizó madera de los pinos del propio monte para las vigas
La fecha de nacimiento nop es precisa y se estima entre 1.191 y 1195, en el seno de una familia de buena posesión en la sociedad lisboeta. Se educó en la escuela catedralicia local. Contrariando los deseos de su familia. Fernando ingresó en la “Abadía Agustina” de San Vicente en las afueras de Lisboa, perteneciente a los canónigos regulares de San Agustín.
Los monjes de la Orden de San Agustín de la cual él era miembro eran famosos por su dedicación a los estudios. Fernando estudió las “Sagradas Escrituras” y la Teología de algunos Doctores de la Iglesia Católica como Jerónimo de Estridón, Agustín de Hipona, Gregorio Magno y Bernardo de Claraval.
También estudió los clásicos latinos como Ovidio y Séneca. Luego de dos años, y tras obtener el permiso de sus superiores religiosos, se trasladó en 1.210 al Monasterio Agustiniano de Santa Cruz en Coimbra, para continuar sus estudios.
Al principio de 1.220, tres sacerdotes (Berardo, Pedro y Otón), y dos hermanos legos (Acursio y Ayuto), todos ellos de la Orden Franciscana, fueron asesinados en Marruecos. Conducidas sus reliquias a Coimbra, el evento produjo un cambio decisivo en la vida de Antonio, quien en el verano de 1.220 mudó de Orden y se hizo Franciscano.
En ese momento adoptó el nombre de ANTONIO, en honor de San Antonio Abad a quien estaba dedicada la Ermita Franciscana en la que él residía. Antonio partió para Marruecos, pero enfermó gravemente durante el invierno de 1.220, lo que le hizo retornar.
En el trayecto una tempestad violenta desvió su barco a Sicilia, y allí tuvo noticias de Capítulo General convocado en Asís. En la fiesta de Pentecostés de 1.221. Antonio participó junto con unos 3.000 frailes del Capítulo General de Asís, el más multitudinario de los llamados Capítulos de las “esteras”, nombre que recibió en razón de que muchos de los frailes allí reunidos tuvieron que dormir en “esteras”.
Una vez concluida la reunión, Antonio solicitó a Fray Graciano, provincial de Romaña, que lo tomara consigo para que le impartiere los primeros rudimentos de la fe espiritual. En la curia Papal, Antonio suscitó en los cardenales y en el Papa Gregorio IX tal admiración por su predicación que el Pontífice llegó a llamarlo, como epíteto muy propio, “Arca de Testamento”.
Sus mensajes desafiaban los vicios sociales de su tiempo en forma especial la “avaricia” y la práctica de la “usura” Antonio enfermó de “hidroposía” y, después de la Pascua de 1.231, se retiró a la localidad de Camposampiero, con otros dos frailes para descansar y orar. Allí Antonio vivió en una celda construida por el mismo bajo las ramas de un nogal. Poco después, decidió retornar a Padua.
Ya en las proximidades, se detuvo en el convento de las Clarisas pobres de Azcella, donde murió prematuramente el 13 de Junio de 1.231, a la edad aproximada de 35 o 36 años.
La celebración de las multitudinarias exequias y la multiplicidad de milagros que se le atribuyeron promovieron su rapidísima “CANONIZACIÓN, bajo el pontificado de Gregorio IX. De hecho es el segundo Santo más rápidamente Canonizado por la Iglesia Católica: 352 días, después de su fallecimiento, el 30 de Mayo de 1.232. En 1263, la ciudad de Padua le dedicó una Basílica que conserva sus restos mortales.
El 16 de Enero de 1.946, el Papa Pio XII proclamó a San Antonio “Doctor de la iglesia”, bajo el título especial de “Doctor Evangélico”. San Antonio de Padua, es el patrón de Lisboa (Portugal) y de Padua (Italia), donde permanecen sus restos. Además es Santo patrón de otras ciudades, localidades y Diócesis. Su devoción es tan grande al Santo entre los fieles de todo el mundo, que se le conoce como el “Santo Popular”, atribuyéndosele innumerables milagros.
Su Imagen se representa con un lirio en la mano, símbolo de la castidad; o un libro de las Sagradas Escrituras por su conocimiento y vivencias de las mismas; o con un panecillo, símbolo de su caridad ( y que la Cofradía reparte cada año), con los pobres, y que la tradición cristiana rememora dando limosnas en su honor por los beneficios recibidos. Es lo que vulgarmente se llama el “Pan de San Antonio”; o con un Niño Jesús en sus brazos, que según la leyenda, se le apareció al Santo. Tal es el caso de la representación de lka Imagen de nuestra Ermita en el Monte Hacho.
Es verosímil que la Ermita de San Antonio del Monte Hacho se edificara en los primeros años después de la conquista de Ceuta por los portugueses (1.415). Se desconoce la fecha exacta de su construcción aunque hay noticias de retiros en la Ermita, y de la Imagen venerada desde el siglo XVI. Y en cuanto a los orígenes de la Cofradía, se funda tras la muerte del Obispo Gonzalo da Silva en 1.645, confirmando su creación D. Antonio de Medina Cachón y Ponce de León en 1.677, y es la que permanece en la actualidad.
Dos razones o circunstancias coincidieron a que así sucediera: En primer lugar, la naturaleza de los conquistadores, que como es sabido eran portugueses. Y en segundo lugar, los capellanes de la flota que les acompañaron pertenecían a la Orden Franciscana. Es el edificio de culto cristiano ininterrumpido más antiguo de la ciudad.
La Ermita ha sufrido varias reconstrucciones, como la de 1.593 en la que se utilizó madera de los pinos del propio monte para las vigas, En principio la >Ermita carecía de espadaña, que se construyó en el último lustro del siglo XVII. En cuanto a la talla de San Antonio de Padua, data del siglo XVII, posiblemente portuguesa. A lo largo de los años ha sufrido varias intervenciones, la más reciente en 2.013 a cargo del Licenciado en Bellas Artes D. José Manuel Casano Cejas. Es una Imagen vestidera de mediano tamaño, cuyos pies y piernas están encarnadas hasta las rodillas, y el resto del cuerpo está policromado, en tono marrón oscuro. Luce hábito franciscano. En sus manos sostiene al Niño Jesús y un ramo de lirios (la castidad).
Sobre su cabeza figura una aureola de plata, símbolo de Santidad. Y como culminación de su festividad, el día 13 de Junio, importante romería alrededor de la Ermita, celebración de la Eucaristía en el exterior, continuando con la solemne procesión del Santo, finalizando con una convivencia de los romeros (una paella), y el reparto de los panes. Y para finalizar, no me resisto a destacar la condición de “casamentero” del Santo que la religiosidad popular otorga a San Antonio de Padua, De ahí, la curiosa tradición ligada a la Cruz del suelo del presbiterio, que las jóvenes casaderas usan para cumplir un ritual pintoresco.