Abselam lo tiene claro: este debate se está torciendo. No le gusta lo que ve ni lo que lee, porque considera que
la Pascua se está politizando. Pero tampoco le gusta la decisión tajante de
impedir los sacrificios el próximo 31 de julio. “Es una fiesta familiar, muy nuestra”, apunta, y cree que se podría haber mantenido con otras normas. Abselam es un joven de Ceuta que ni vota a MDyC, ni al PP, ni al PSOE. Un joven sin intereses concretos, que trabaja en una empresa y que pone voz a un debate que, finalmente, llegará hasta el Pleno ya que
el consejero de Sanidad, Javier Guerrero, tiene previsto comparecer para explicar al resto de partidos los criterios seguidos para impedir que haya sacrificios y que lleguen borregos de la Península.
La Ciudad lo tiene claro: se hablará todo lo que se tenga que hablar pero, a fecha de hoy, no hay cambio de criterio. El martes próximo, un día antes de ese pleno, habrá una nueva reunión con
las comunidades musulmanas de Ceuta a la que asistirán técnicos y se espera incluso contar con más representantes sanitarios de peso a la hora de insistir en que la decisión de suspenso se basa en criterios no políticos sino de salud. Esos informes que maneja el Gobierno local se sustentan en varios puntos, entre ellos el peligro de transmisión de la Covid-19 en los mataderos o lugares habilitados -como las carpas- para los sacrificios. Son considerados uno de los puntos más vulnerables y la Ciudad insiste en que no puede permitir que se lleven sacrificios que puedan dar pie a rebrotes como ha ocurrido en varios países y, en el caso de España, en Valencia y Huesca.
¿Pero qué pasa con Melilla? Allí
informes veterinarios también desaconsejan, al igual que en Ceuta, esos sacrificios pero el Ayuntamiento ha aceptado seguir adelante. Esa es, sin duda, una de las grandes piedras en el camino con las que se ha topado la institución municipal: ¿cómo defender que en dos ciudades hermanas se adoptan medidas distintas? La Ciudad se mantiene invariable en sus criterios: hay riesgos sanitarios y no se pueden hacer sacrificios tal cual los hemos visto en años anteriores, es decir, en lugares como las carpas que terminan funcionando a modo de mataderos portátiles.
El debate llegará a
pleno el miércoles pero ya ha dominado las redes sociales y el debate paralelo en la calle. Las comunidades islámicas no se han pronunciado hasta el momento,
ha trascendido su malestar pero como tal, de manera oficial, no se ha difundido ningún comunicado lo cual también es muy significativo: hablan los partidos políticos pero no las asociaciones religiosas. En la calle se achaca a una falta de comprensión en torno a lo que es la fiesta del 31 de julio, cuando políticamente se insiste en que no se suspende la fiesta pero sí el sacrificio, siendo dos aspectos que van de la mano y cuya separación es, sencillamente, no entender qué se celebra y por qué ese día es uno de los más importantes para la comunidad musulmana de Ceuta.