Te levantas una mañana de la cama con la idea de que va a ser una buena
jornada de pesca. Miles de peces vas a cosechar, los cuales luego se traducen en una cantidad económica importante. Pero un improvisto de última hora chafa todos los planes. Nadie lo imaginaba. Algo parecido es lo que ocurrió el viernes pasado
en la almadraba, situada frente a las playas del Chorrillo y La Ribera de Ceuta. Los pescadores se encontraron con que una
red que corresponde a la testa de la cámara, una parte de este laberinto, se desprendió hasta el fondo marino. “Mi compañero y yo nos fuimos un poco antes para tensar unos cables. Cuando lo acabamos, Chema se lanzó para ver la cantidad de peces y se sorprendió de que no había apenas nada”, recuerda Sergio Guzmán, uno de los buzos. El viento de Poniente hizo de las suyas y provocó la turbiedad de las aguas, generando la poca visibilidad. “Como en el copo no había, se trasladó hasta el buche y después a la cámara”, añade Guzmán.
La red quedó en el fondo del mar
Al ver que la misión fallaba, Chema comprobó en la testa donde se llevó la sorpresa de que la red no estaba. “Se había roto todo y quedó en el fondo”, dice el buzo con mal sabor de boca. Entonces, la pesca del día se suspendió y la obligación pasó por reparar esta zona en la misma almadraba. Reconoce que “esta tarea se hace mejor en tierra”, pero tuvieron que hacerlo bajo el movimiento de las olas. Los dos buzos y el resto de compañeros se limitaron a coser. “Acabamos a las nueve de la noche”, pero al fin se reparó y “estos días podemos ir a faenar con cierta normalidad”. La cuadrilla de pescadores está a la espera de una red nueva, la cual se colocará en la misma zona: la testa de la cámara. En la actualidad, los trabajadores traducen que “esta
temporada va mejor que la anterior” y que la especie que más capturan es la albacora. Esta no se vende como quisieran, pero que “el capitán tiene contratado la venta de 6.000 kilos a la semana en la Península”. El resto, acaba donándose a entidades locales.