Parecía como si hubiera sintonizado una emisora de radio, en ella comenzó a hablar un hombre, que me cantó:
"Los ángeles son felices, de la puesta de largo, de este señorito, que hoy cumple la mayoría de edad, esos dieciocho años, donde con lloros y gozos me han caído en lo alto. Pero estoy aquí, viendo a vosotros y solo os diré, que soy feliz de estar aquí".
Mis lágrimas cayeron, pero seguro que fueron de emoción, ya que un ángel me había cantado, un instante en este lugar llamado Tierra.
Agradecí este instante, di mil gracias a nuestro Señor, de acordarse de esa fecha, Día del Trabajador, que fue cuando nació aquel niño que vino del Cielo y con tanta pasión se marchó con los suyos. Esos ángeles que solo vienen a sembrar amor, ternura y muchas ganas de vivir.
Y son pocos los que lo han gozado, lo han tenido y están ahí rendidos por su presencia, que siempre será de una eminencia y nunca pensará en volver con sus familiares. Serán recuerdos de un ángel bueno que es y será un ejemplo de una vida en nuestra caballa apartada de este lugar.
Mil palabras debía de decir, más solo una salió de mi boca: "Te quiero", y él miró desde el Cielo y me lanzó un beso que me llegó enseguida a mis mejillas, mil alegrías se encendieron en mi deprimido cuerpo y solo miraba de donde había venido aquel ósculo, que os digo me vino de maravilla. Un gran alivio me recorrió todo mi cuerpo y me quedé reconfortado, ya que sabía positivamente que había sido de mi hijo, el añorado, pero él no me dejaba que nos olvidáramos de su principito Romeo, y allí estaba presente, y con ganas de transmitirnos unas sonrisas, unas caricias, unas ganas de vivir, para toda su familia. Y las dudas se iban, ya que él estaba presente, todos los días, y no nos dejaba en ningún momento del día o de la noche.
Cerraba mis ojos y lo veía, era ese niño, que hoy es un hombre, con un traje de chico de bien, que solo lo podemos ver en los reportajes de los grandes anuncios.
Mi luz, mi claridad del día está aquí a mi lado y nos desea que sepamos que está y estará siempre junto y a nuestro lado.
No derramemos lágrimas, dame sonrisas, no me des disgustos, dame solo alegrías, ya que así seré un hombre feliz, y con ganas de estar con ustedes en la eternidad.