Cierto es que internet está plagado de páginas ofertando dietas, algunas llamadas ‘milagro’, productos reductores y profesionales que te acompañan en tu cambio físico, en especial en la época de verano, momento en el que se crea una obsesión colectiva, también en Ceuta, por la apariencia física. Pero más allá y bajo la fachada a priori rebosante de profesionalidad y productos testados, se encuentra la verdad, y que no es otra que la existencia de un alto porcentaje de planes de comida acompañados de la peligrosa letra pequeña no escrita, es decir, que pueda acabar desarrollando graves, y en ocasiones irreversibles, problemas.
Para la dietista-nutricionista María Delgado, las dietas milagro ponen en grave peligro la salud, tanto psicológica debido al culto al cuerpo de forma obsesiva, como fisiológica, ya que el impacto puede llegar al punto de provocar desajustes metabólicos y/o hormonales. Este último sobre todo en los adolescentes, quienes se encuentran ya de por sí buscando un equilibrio en su propio cuerpo.
En el plano fisiológico, las consecuencias, como un déficit proteico o la necesidad de alguna vitamina en concreto es reversible. Sin embargo, hay daños que perduran como el forzar el hígado o los riñones, provocando un fallo renal. Todo depende del nivel de adherencia al que esté sometida la persona con respecto a la dieta.
Al hablar de los efectos psicológicos, lo más llamativo son los trastornos alimentarios a los que se está expuesto, en especial si se considera una persona altamente sensible y vulnerable. No obstante, tampoco se deben ligar las emociones a la comida, ya que esto provocará el comer con el corazón, es decir, cómo te sientas, y no atendiendo a las necesidades reales del cuerpo. Actualmente, la frase “hoy comes verdura porque estás castigado” se da con mayor frecuencia, al igual que premiar con chucherías las buenas acciones de los más pequeños. Este es un gran ejemplo de cómo desde edades tempranas se enseña de forma indirecta a asociar la comida con las emociones, lo que años después se metamorfoseará en ansiedad y estrés.
Los jóvenes son el grupo más expuesto y afectado por culpa de las redes sociales y la publicidad, la cual es la que asocia las emociones y las experiencias sentimentales con la comida. Por ello, el perfil de las personas, encontrándose los adolescentes a la cabeza, que acuden a estos planes de comidas son aquellas que en especial comparten la característica de tener escasa fuerza de voluntad, por lo que quieren resultados muy llamativos en poco tiempo y sin hacer grandes acopios de esfuerzo. Otro aspecto a destacar es el famoso efecto rebote, es decir, que al ser dietas muy restrictivas la dificultad de mantenerla en el tiempo de forma constante es prácticamente imposible. Una “simple reacción del cuerpo” lo cataloga María Delgado, que puntualiza que “si durante una semana solo te alimentas de piña, tu cuerpo va a llegar a un punto en el que la aborrezca, por lo que la gracia de la piña no te va a durar más de una semana” concluye la especialista con la opinión personal-profesional que “tendría que haber desde los primeros años de la educación, una educación alimentaria básica.”
El verano trae consigo ser más propensos a la preocupación por una cifra o el aspecto físico que vemos reflejado tanto en el espejo como en nuestros propios ojos, siendo estos los más peligrosos, al ponernos la ropa de verano. Por ello, hay que recordar que si se quiere empezar haciendo un cambio físico lo primero es acudir a un especialista y lo segundo ser constante y paciente con los resultados. Los pequeños cambios acaban siendo grandes resultados.