Se han cumplido más de tres años desde que el edificio de la Sirena de Punta Almina, remodelado en la anterior legislatura, fuera entregado por el actual delegado del Gobierno a la Comandancia General tras haber sido restaurado por la Fundación Forja XXI y el Servicio Público de Empleo Estatal.
La Administración había invertido dinero, “mucho”, recuerda el presidente de la asociación en defensa del patrimonio Septem Nostra, José Manuel Pérez, para convertir en un principio aquella antigua instalación con la que se avisaba a los buques de su cercanía a la costa, en un privilegiado observatorio de aves. “Ese fue el objetivo con el que se hizo su rehabilitación”, matiza Pérez Rivera. Pero desde entonces, enero de 2012, las puertas de La Sirena siguen cerradas a cal y canto. Ninguna de las administraciones sabe qué uso darle, “y ahí está, a expensas de actos vandálicos que tiren por tierra el dinero público que se ha invertido para restaurarla”, lamenta. “Cada vez que nos hemos reunido con el delegado se lo hemos dicho, el uso tendría que ser uso público, no entendemos cómo se puede invertir dinero público y pretender darle un uso privativo”, añade. “De momento lo que observamos es que se está deteriorando con el paso del tiempo por eso seguiremos exigiendo e insistiendo en que se le de el uso que estaba previsto, esperemos que eso prospere algún día”. El edificio fue entregado entonces a su propietario legítimo, en este caso el Ministerio de Defensa, que nunca manifestó un interés especial en este lugar. En principio sería cedido a la Ciudad Autónoma, que sería la encargada de poner en marcha el centro de interpretación de la naturaleza, pero la administración local, en plena crisis y con su plan de ajustes en marcha, descartó que allí se vaya a instalar alguna dependencia municipal .
La instalación, que está desafectada del patrimonio militar, dispone de alguna vigilancia para evitar destrozos y otros actos vandálicos. Una cadena al comenzar el sendero que llega hasta el edificio advierte de que se trata de una propiedad militar, pero poco más.
Septem Nostra sospecha que lo que las administraciones siguen planeando es poner la instalación al servicio de la iniciativa privada. “¿Hemos pagado todos unas obras para que allí un empresario monte un restaurante?Si es así es una barbaridad que no puede consentirse de ninguna manera”.
El futuro de La Sirena de Punta sigue siendo incierto. El edificio, se rehabilitó gracias al 1,2 millones de euros que el Servicio Público de Empleo Estatal destinó a de dos talleres de empleo. De hecho su diseño, a cargo del arquitecto José Montes, se preparó para que se convirtiera en un centro de interpretación de la naturaleza, especialmente para avistamiento de aves migratorias, a iniciativa precisamente de los colectivos ecologistas de la ciudad,la SEO Birdilife y la asociación Septem Nostra que siguen reclamando que se le de un uso que esté relacionado con el priv ilegiado enclave en el que se encuentra, bajo Punta almina y mirando al Estrecho de Gibraltar.