Alo largo de la vida de cada persona, ésta va adoptando una serie de decisiones con mejor o peor fortuna no sólo para él sino para muchas otras personas; todo depende de la personalidad del actuante y de la importancia de la cuestión sobre la que se decide.
Uno puede equivocarse en la elección de un determinado programa de televisión y pasar un rato desagradable en lugar de lo contrario, que es lo que en principio había imaginado. Puede que haya seguido las informaciones de algún que otro amigo, pero la decisión ha sido nuestra y de ese resultado deberá sacar las consecuencias más adecuadas para su seguridad a la hora de elegir un camino, aunque sea elegir un programa de televisión.
Un filósofo alemán, al que recuerdo desde mis tiempos de Bachillerato por la espectacularidad de su apellido, Arthur Schopenhauer, aseguraba que “el destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos” . Esto se puede decir que es de sentido común y es verdad, pero no siempre el sentido común es al que hacemos caso; hay otras fuerzas que juegan su papel y que nosotros –cada persona por su cuenta– nos decidimos por una u otra propuesta, por una u otra idea, por uno u otro consejo, por una u otra cosa que oímos y que de momento nos suena bien. Y así vamos actuando a lo largo de nuestra vida, dando la razón a Schopenhauer.
¿Se han fijado ustedes, por ejemplo, en los virajes que viene haciendo el señor Mas en el Gobierno de Cataluña? En este momento no sabe qué hacer a la vista de las cartas que están sobre la mesa y de aquellas otras que en algún instante podrían aparecer. Puede que las tenga previstas, pero el destino es quién las dejará caer sobre la mesa de juego y a partir de ese momento la verdad se abrirá paso por el camino que deseamos sea el bueno, el de la unión de todos los españoles y no el de otros planteamientos que vienen haciéndose desde algún tiempo atrás. Larga va siendo la jugada y es necesario acabarla bien. Tiempo hay, más que de sobra, para pensar y trabajar en otras cuestiones que no sean conflictivas y que se traduzcan en bienestar general; que lo necesitamos.
La labor del Gobierno de una nación no es nada fácil. Cada día surgen problemas, algunos completamente nuevos –no imaginados– y que necesitan urgente solución que, además, no es fácil. Pues bien, ésta es la misión a la que toda persona debe aportar algo positivo, algo que ayude a la solución adecuada y no a entorpecerla con comentarios más o menos ligeros. Esto último lo hace cualquiera, pero de lo que estamos necesitados es de mentes que trabajen por el bienestar de todos. El bienestar verdadero, no el que sólo lo parece. Esta es nuestra responsabilidad personal, la de cada cual, pero a la que todos debemos contribuir. A veces parece que tenemos vocación de espectadores desde un buen asiento y sin nada que entorpezca nuestro cambio de visión. Eso es sueño de muchos, pero es un mal sueño.
A veces se puede captar una necesidad que no está totalmente a la vista, o nos pueden hacer una ligera indicación y hay que sentirse responsables de ello; de lo que sea y aplicando todas nuestras fuerzas. Puede que no se obtenga el resultado óptimo, pero nuestra responsabilidad personal ha entrado en juego ante esas múltiples variantes que el destino ha puesto delante de nuestras conciencias. No perdamos el tiempo y vayamos con serenidad y espíritu de sacrificio a poner nuestro granito de arena, que puede ser, precisamente, lo que faltaba. ¿Por qué no? Tú siempre eres necesario; fórmate bien.
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