El aumento de contagios es un hecho. Es la tendencia, consecuencia directa de la movilidad. La aparición de dos casos sospechosos de la variante Ómicron tampoco ayuda. Desde Sanidad se han puesto todos los mecanismos disponibles para cumplir con lo que es su obligación: una infraestructura ágil en la detección precoz y una rapidez en la vacunación, ofreciendo recursos sin cita para, prácticamente, llevarle la vacuna a su casa. Somos nosotros mismos, los ciudadanos, los que tenemos que responder con la responsabilidad, con la madurez suficiente para, entre todos, controlar la situación sin que la misma se dispare y lleve a adoptar restricciones que a nadie gustan porque tienen sus perjuicios económicos y aminora nuestras libertades. La responsabilidad es de todos, el comportamiento maduro debe demostrarse siempre usando la mascarilla si no se puede guardar la distancia de seguridad o adoptando una postura social contenida, con reuniones controladas para no poner en riesgos innecesarios a los demás. Se puede intentar hacer una vida normal pero siempre dentro de un modelo ajustado a la situación sanitaria anómala que vivimos y que parece que a algunos no les entra en la cabeza. No estamos en una normalidad porque el virus sigue existiendo, no estamos ante una prueba superada porque sigue habiendo fallecimientos y brotes masivos. Se está, eso sí, en el buen camino, buscando las mejores elecciones, pero en esta lucha o todos están en el mismo sendero o nunca se será capaz de superarla.