Frontera e Inmigración

Un regreso (imposible) a Senegal

Sanidad autoriza la exhumación del cadáver del inmigrante Ndigua Saw pero no su embalsamamiento. “Es una tomadura de pelo”, advierte la funeraria que lleva este caso

Martín Zamora, responsable de la Funeraria Luza, abre la carta oficial que acaba de recibir en la sede que regenta en el Paseo de la Marina. Es la carta que lleva tiempo esperando, en concreto 1 año y 3 meses, el mismo que lleva pidiendo a Sanidad la exhumación del cadáver de Ndigua Saw, el senegalés muerto en un naufragio el 20 de octubre de 2015 e identificado por su familia solo dos días después de ser enterrado en el nicho 162 de Santa Catalina. “Se autoriza la exhumación del cuerpo, pero no el embalsamamiento”, lee Zamora ante las cámaras de FAROTV, que en ese momento se encontraban en su sede.
Zamora cree estar ante una auténtica “tomadura de pelo” de la Administración. No entiende la tardanza en responder a su petición de exhumación ni mucho menos lo que ahora se concluye, cuando dispone de un informe firmado por un médico en el que se constata que el cadáver de Ndigua puede ser embalsamado a pesar de haber permanecido todo este tiempo en un nicho.
“Es una tomadura de pelo por parte de la Administración, no sé por qué pasa este tipo de cosas. A mí este expediente me llegó por un abogado que había cogido la familia. La normativa de policía sanitaria mortuoria de Ceuta indica que un cadáver no se puede exhumar hasta que pase un año salvo autorización judicial y el juez autorizó esa exhumación y traslado del cadáver. Con esa orden judicial pedí a Sanidad la exhumación del cuerpo, eso fue en abril de 2015. Lo normal es que Sanidad sepa cuál es su trabajo y qué tiene que hacer... lo que no puede ser es que hasta julio no me contestaron diciendo que no se podía hacer”, rememora Zamora. “No tuvieron en cuenta la autorización judicial, insistiendo en que no había pasado ese año”, añade.
Pasado ese periodo, no solo Zamora sino la familia que Ndigua tiene en distintos países y también en Senegal confiaban en que pudiera llevarse a cabo la exhumación. De hecho, todos llegaron a ponerse de acuerdo para viajar el 12 de noviembre a Senegal y organizar el entierro del joven Saw, agricultor en su país, perfectamente identificado con un informe de la Guardia Civil, que marchó buscando un futuro mejor y terminó ahogado al naufragar la patera en la que viajaba con otros 14 compatriotas. Dicen quienes lo vieron morir que se ahogó rezando. Sus restos fueron recuperados por Salvamento Marítimo y descansan en un nicho identificado sobre el resto con una placa con grafía en árabe, ya que era musulmán.
Ese 12 de noviembre Ndigua iba a estar en su tierra, pero la notificación de su autorización nunca llegó. Sanidad siempre ha mantenido que es imposible embalsamarlo de ahí que recabara una opinión al Instituto Legal Forense a modo de sustento para fundamentar su negativa. Ahora concluye, pasado el año, que la exhumación cabe pero no embalsamar los restos porque considera que dicha labor es ya imposible.
Zamora sostiene lo contrario y advierte de que su objetivo es, tras estudiar el informe que le llegó ayer, exhumar el cuerpo y embalsamarlo. Senegaleses de distintos puntos de España y de otros países hicieron una colecta recaudando hasta 6.000 euros, coste de todos los trámites. Lo hicieron en tiempo récord, porque el fallecido pertenecía a una religión por la que el cuerpo tiene que estar bajo tierra. El hecho de seguir en un nicho atenta contra sus principios más sagrados. Ya no es una cuestión de opiniones, de informes que chocan entre sí, sino de comprobar si es factible cumplir con esa petición.
“Se han perdido meses solo para contestar. Esperamos el año y justo cuando se cumplió, habiéndonos dicho que sí, nos contestaron que debían ver si se podía embalsamar o no, cuando eso no era su misión”, recuerda Zamora, así hasta la fecha. “Llevo cerca de 40 años como funerario, hemos hecho muchas exhumaciones y traslados al extranjero. Hay distintas técnicas para embalsamar y aquí lo que se trata es de cumplir el deseo de una familia que quiere hacerle un entierro. Lo que Sanidad tiene que velar es porque ese cadáver, en su traslado, no cree un problema de salud pública... y se puede hacer sin problemas”, explica.
El lío burocrático organizado puede terminar en los juzgados después de 15 meses de esperas, de preguntas y respuestas tardías en las que una última voluntad aún no se ha cumplido.

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