El actual seleccionador marroquí, Walid Regragui (Corbeil-Essonnes, Francia, 1975), tiene muchos lazos con Ceuta. El más directo, el de su madre, Fatima Benmasoud, que nació en el zoco del Príncipe, en la casa ubicada sobre el terreno que hoy ocupa la mezquita del barrio.
Su tío Mustafa le inculcó desde pequeño la afición al fútbol, en el que desarrolló una exitosa trayectoria profesional entre 1998 y 2011 en su país natal, España y el Reino alauita, con el que fue 45 veces internacional vestido de corto.
Regragui visitó por última vez la ciudad autónoma hace casi siete años, cuando falleció Mustafa Benmasoud, el hombre que casi desde bebé, cuando su hermana y su cuñado se quedaban a trabajar en verano en las afueras de París, le traía a disfrutar de la familia y las playas en Ceuta y Castillejos.
Loma Larga, donde sigue viviendo su prima hermana Nayat Mustafa, se convirtió en el patio de recreo infantil del desde este año primer entrenador de ‘Los leones del Atlas’, que casi nada más retirarse fue segundo del combinado del país vecino y después entrenó en Rabat, Casablanca y Catar.
“Lo recuerdo desde que tenía un año porque venía cada verano con sus cinco hermanos”, recuerda su prima, dos años mayor, en la puerta de la casa que compartieron casi desde que empezaron a andar, algo antes de que su padre le pusiera un balón delante, como a tantos pequeños a ambos lados de la frontera durante su vida.
Nayat repasa sus últimas conversaciones con su allegado, ya clasificado para octavos, al que no ha cambiado ni el éxito ni el dinero ni la fama: “Hemos estado meses en su casa de París con su esposa argelina y sus hijos y ahora nos ha invitado a ir a Catar, pero no hemos podido por el colegio de los niños... Mi primo es muy amable, muy majo, muy agradable, muy generoso, un padrazo, un trozo de pan, un chico diez... No se le cae el ‘Al-ḥamdulillah’ de la boca”, le elogia mientras ojea los vídeos de multitudes en Castillejos aclamándole ante la casa que tiene en la localidad cercana y el humor con que se toma los chistes que bromean con el tamaño de su boca.
“Mi padre lo crió desde pequeñito y también fue un poco lo mismo para Walid: el que le inculcó el fútbol y el pantalón corto, el que le compraba las camisetas del FC Barcelona y el AC Milán, los conjuntitos, las botas”, añade la hija de Benmasoud un poco suspicaz con los “muchos padrinos” que ahora se anotan parte del éxito de Regragui, que tiene dos hijos, un varón de 19 años estudiando en Oxford y una preadolescente.
“Ha estado en Rabat, en Catar... Con la pandemia no ha podido regresar tanto como le hubiera gustado, pero hablamos mucho por teléfono, anteayer mismo, para decirme que está muy contento y muy feliz, pero que todavía no han hecho nada...”, añade la ceutí, que vivirá el partido entre España y Marruecos con el deseo de “que gane el mejor”.
“Yo qué te voy a decir, soy de España, pero tengo a mi primo como entrenador de Marruecos y ha conseguido llevar a su selección más arriba que nunca así que... Que gane el mejor”, sonríe.
Desde el país asiático al que Regragui ha vuelto ahora para disputar el Mundial y medirse, el próximo martes, a España, Nayat recibe una llamada de su tía Fatima, que ve a Walid “bien”, concentrado para el encuentro de la semana que viene.
“Yo he nacido en Ceuta”, recuerda la mujer, que tiene “en su corazón” la convicción de que el martes saldrá victorioso el conjunto que entrena su hijo. “Unos querrán que gane España y otros que lo haga Marruecos, aunque al final muchas veces depende de la suerte”, advierte.
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