Nochebuena. Tiempo de reunión en familia, entre amigos, entre seres queridos. Tiempo también de reflexión. El año asoma su punto y final, dejando atrás momentos demasiado convulsos, tensionados, duros. Hoy, noche de sentimientos, de fe para muchos, de encuentro para otros tantos, debe caber ese hueco para reflexionar sobre lo vivido y para ahondar en el tipo de sociedad que debemos ayudar a crear. Una sociedad que se aleje de los enfrentamientos y del odio, una sociedad en la que palabras como convivencia e integración tengan su más pleno significado. Porque los tiempos que estamos viviendo solo exponen enfrentamiento, tensión y demasiado odio, por lo que urge esa parada, esa colocación de un punto y final a un camino que ni es bueno para los ciudadanos ni para esta ciudad. Los valores propios de esta festividad, que van mucho más allá del consumismo, deben impregnarse en una sociedad que debe cambiar para que los valores que primen sean otros, para que la belicosidad que se transforma en comentarios insanos no prospere, para sean muchos más los que pongan un veto a una serie de actuaciones que van en detrimento de la sociedad ceutí, que si por algo ha destacado ha sido por su capacidad de integración y por el respeto. No nos fallemos a nosotros mismos.