El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha comenzado ya a través de una empresa de Ceuta la recuperación como playa natural de la parte de la costa de Santa Catalina que se quedó definitivamente sin dique de contención durante el temporal del pasado mes de abril, cuando las olas terminaron de desmadejar el muro que había sido demolido parcialmente con anterioridad por el mar.
La Administración General del Estado prevé acometer la retirada de todos los bloques que han quedado despiezados sobre la línea del litoral, para lo que se irán diviendo en trozos más pequeños que permitan su retirada por tierra, y posteriormente eliminar el resto de materiales atópicos que se encuentran en la zona con el fin de rehabilitarla para su disfrute por parte de la ciudadanía.
Además, el Ministerio tiene la intención de habilitar una conexión directa entre ese punto, el más cercano al Parque Periurbano que también se prevé reacondicionar, y la playa occidental más cercana, la de Los Corrales.
Esta actuación está enmarcada en la emergencia que el Ministerio declaró tras el temporal de principios de abril con 2,7 millones de euros de presupuesto para la ejecución de distintas obras. La fuerza del mismo llegó a trasladar 84.000 metros cúbicos de arena de distintos puntos de la costa ceutí, provocando cuantiosos daños en su litoral.
Apenas un mes después, en mayo, el Ministerio comenzó a ejecutar un paquete de trabajos que incluyó el aporte a las playas de La Ribera y El Chorrillo de áridos procedentes del banco que generan las corrientes desde toda la bahía sur junto al espigón fronterizo del Tarajal.
El Gobierno central destinó a Ceuta una cantidad per cápita sensiblemente superior a la consignada para otros territorios afectados también por inclemencias climatológicas adversas en primavera: poco más de dos millones tanto para toda la costa malagueña como para la valenciana, 1,5 para la gaditana, 1,6 para la almeriense y 200.000 para Melilla.
Las intervenciones realizadas, al margen de la reposición de arenas en las zonas de baño del centro, se han extendido a las playas de la bahía norte, donde se han habilitado nuevos accesos tanto en Calamocarro como en Benítez y El Trampolín, en todos los casos con la misma inspiración: sustituir materiales invasivos por estructuras sostenibles y desmontables.
En función del presupuesto que quede disponible, en su caso, tras la intervención en Santa Catalina y Juan XXIII, el Ministerio acometerá también si es factible obras en la playa de San Amaro, donde se proyectó una retirada de residuos, en algunos casos de gran tamaño, que permanecen junto al mar desde hace años en el peor de los casos.
Todas las obras han sido sometidas a los correspondientes estudios medioambientales de la Ciudad y agencias externas especializadas como la Universidad de Sevilla para garantizar que su ejecución es respetuosa con el entorno en general y con elementos como la lapa ferrugínea en particular.
Las obras en la explanada concluirán en menos de un mes y se estudia cómo rematar la actuación de aporte de áridos
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico prevé terminar “entre finales de septiembre y principios de octubre” la actuación más costosa de cuantas acordó sufragar por la vía de emergencia tras el temporal de abril, la restauración de la escollera de la explanada ubicada entre El Chorrillo y Juan XXIII, que quedó en riesgo de colapsar tras verse extremadamente socavada por el mar.
Esta intervención absorberá aproximadamente el 40% de los más de dos millones de euros destinados al litoral de la ciudad.
A medio plazo la Administración General del Estado está estudiando también cómo mejorar con la vista puesta en el verano de 2023 el resultado del aporte de áridos a la playa de El Chorrillo, en la que no se pudo hacer el cribado final que sí se efectuó en la de La Ribera.
Con el inicio de la temporada de baño pisándole los talones, el Ministerio optó entonces por no hacer más obras en la zona y ahora baraja distintas alternativas para que el resultado final de la actuación dé al menos el mismo fruto que en La Ribera.
La actuación proyectada por el Ministerio de Transición Ecológica y la Delegación del Gobierno también contempló la zona de servidumbre de tránsito de Calamocarro, en cuyo extremo más próximo a Benzú no se previó reponer la pasarela de madera que pasaba por encima del arenal y que terminó de destrozar y se llevó parcialmente el temporal registrado a principios de abril.
En su lugar se apostó por ampliar hasta el muro que sostiene la carretera la zona de disfrute de la ciudadanía, mejorando en la parte superior la amplitud del área específica para el tránsito peatonal junto a los carriles de circulación de vehículos.
En el acceso a Los Corrales, al otro lado de la bahía norte, la Ciudad ejecutó con medios propios una nueva entrada que se impuso que tendría que ser desmontable y con estructura de materiales sostenibles, como los accesos que se han instalado en las playas de El Trampolín, Calamocarro o Benítez.
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