Tuve un sueño. Era un ave que sobrevolaba. Observaba todo lo que le rodeaba. Los mares, los árboles, los hombres, los animales. Pensó en unos instantes en las historias de guerra que le habían dicho.
El Dios de la guerra es Marte.Le preguntó:
- ¿Para qué sirve matar?.
El se quedó pensativo y después de haberlo meditado, contestó:
- Verdaderamente no vale para nada.
Solo te puedo decir que la sed de sangre la tiene mucha gente grabada a fuego en sus ideas primarias.
Luego le preguntó a la diosa del amor, sobre:
-¿Vale para algo amar?.
Afrodita me miró a los ojos. Me lanzó un rayo de belleza que me quedé ensimismado, perplejo, ansioso de sexo.
- El amor es lo más bonito del mundo. Valer, vale para perpetuar la especie.
Bajé a la tierra y pensando en mis enseñanzas me tropecé con un profesor.
- Juan ¡qué tal estás!.
¿Te valieron para algo mis enseñanzas?
Yo le dije que si.
La verdad que cada minuto que se está en la tierra vale para mucho. Te da sabiduría, ganas de seguir aprendiendo, y una cosa muy especial, ganas de seguir viviendo.
Cada día que pasamos, es un día menos que nos queda aquí.
Nos separaremos de nuestros seres queridos, de los amigos, de las obras buenas que hemos realizado.
En fin ¿qué somos?¿qué seremos?. ¿Para qué hemos venido a la tierra?.
Muchas interrogantes que nadie me ha aclarado.
Pero hoy sí me han dicho que un hermano de un buen amigo está grave en la UCI, es cuando de verdad se viene a la memoria un amplio mundo de recuerdos. ¿Eso es lo que seremos al final de todo?.
Todo esto me recuerda a mi querido padre que cuando de pequeño me recitaba unas coplillas de Emilio el moro. “En Cordobita la llana, hay una reja moruna, donde el moro Mohamed se comía la aceituna. Decía el moro Mohamed, para qué me voy a subir al árbol, si el viento las tira una a una. Contemplando la Oliva el tiempo se iba. Y así el moro Mohamed.