Rebelión en las aulas

El próximo 11 de octubre, miles de estudiantes de ESO, Bachillerato y FP están llamados a participar en una huelga general en toda España. La convocatoria ha sido impulsada por el Sindicato de Estudiantes como protesta por la falta de información sobre los cambios en la nueva Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), programada para junio de 2024.

Aunque parezca extraño, a estas alturas de la película los profesores ignoramos los cambios, la estructura de la prueba y valoración de las cuestiones. No sabemos nada de nada.

Dar clase a ciegas para chicos y chicas que se juegan su futuro profesional y necesitan conseguir la máxima nota es un despropósito.

Todos los días nos hacemos la misma pregunta: ¿Hay noticias? ¿Se sabe algo? ¿Qué parte de la materia será objeto de examen? ¿Cómo se penalizarán las faltas de ortografía?

He estado en tribunales de selectividad más de 20 veces y hemos conocido al dedillo toda la información con una precisión matemática. Desde el primer día escolar la selectividad era la piedra angular del último curso de bachillerato.

Recuerdo que mi primera manifestación con huelga incluida fue allá por el año 1979, cursaba 1° de BUP (bachillerato unificado polivalente). La lucha se centró en eliminar la prueba de selectividad. Éramos adolescentes y nos faltaban más de 4 años para llegar al último curso, el COU (curso de orientación universitaria). El COU estaba dedicado a la preparación de ese examen pues el bachiller, que duraba tres años, era completamente independiente.

Recuerdo aquella manifestación las pancartas, los lemas, los cantos, las sentadas y los grises (la policía nacional). La democracia terminaba de estrenarse y eso de la huelga sonaba a revolucionario.

Fue la primera vez que sentí la libertad de luchar por una causa, la emoción reivindicativa, el miedo, las carreras y una heladería del Centro de mi pueblo en la que entramos a empujones más de 80 personas para librarnos de los grises.

Los sindicatos de estudiantes comenzaban a organizarse, aunque todo estaba por hacer. El boca a boca eran los pasquines en huelgas y manifestaciones que se consideraban ilegales porque las leyes de aquella época estaban en mantillas respecto a ese derecho estudiantil.

La pandemia diseño la PAU (prueba de acceso a la universidad) con mucha opcionalidad y muy asequible para los estudiantes. Se buscaba una calificación muy alta para las carreras más solicitadas (Medicina, Arquitectura, Ingeniería, Telecomunicaciones, Derecho..). Ahora, con este silencio del Ministerio de Educación los alumnos más competitivos están que trinan.

La ministra no ha dicho ni esta boca es mía, los rectores se han quedado mudos y el Presidente del Gobierno estará hablando con Puigdemont a ver si pone alguna pega sobre la prueba bajo amenaza de retirarle el apoyo parlamentario. Poner de acuerdo a todas las comunidades autónomas es buscar la cuadratura del círculo y ponerle el cascabel al gato es ya una especie de quimera.

Muy bien por los estudiantes, por sus sindicatos, por sus derechos, por sus reivindicaciones. También se aprende en las huelgas, en las calles y en la rebeldía frente a los que tienen la obligación de hacer su trabajo bien hecho.

Miles de profesores estamos con vosotros porque es de justicia, porque tenéis la razón, porque se juega vuestro futuro, porque tendrán que oír vuestra voz, aunque estén más sordos que tapias y no les interese lo mínimo vuestro problema.

También tenemos que aprender de las nuevas generaciones. Nos adormilamos y apoltronamos cuando este asunto es vital para docentes y discentes. Ahora os toca a vosotros dar una lección, vuestra primera lección a los que nos aleccionan como si fuéramos borregos sin criterios.

Mucho ánimo, vuestro éxito será el nuestro.