Un rebaño de ovejas
cruzó el firmamento
y al anochecer, se perdió.
Los perros de la luna,
urdieron una argucia
y cayeron cautivas
en la cueva del ladrón.
Mandó Dios,
a dos querubines,
devolverlo a su pastor
y fingiendo que eran nubes,
las pusieron, una a una,
a salvo bajo el sol.
Reloj
¡Detente ya!
Para el minutero.
Cesa tu tic tac
pon marcha atrás el segundero.
Un instante prodigioso
acaba de pasar.
Fue corto
y sin ti, no volverá jamás.
Cada vez que paso
Cada vez que paso por tu puerta,
la cabeza me da vueltas.
Me invade tu recuerdo.
Me turba un desencuentro.
Eso provoca,
sensaciones que desbocan,
ese potro prisionero,
que cabalga muy adentro.
En ese momento concreto,
otra vez siento.
En ese asombroso instante,
miro adelante.
Abro los ojos
y nuestras manos se juntan.
Cierro los ojos
y se entrelazan nuestros dedos.