Da votos, lo sabemos. Así que no hay partido político que no termine proponiendo lo de la rampita náutica de las narices. Ahora lo hace la Delegación del Gobierno que la visualiza en San Amaro pero ya empieza a ver las orejas al lobo y antes de meter los pies en demasiados arenales avisa que hablará con la Guardia Civil.
Tampoco era necesario que lo hicieran; a nada que presten atención a lo que pasa en Ceuta se darían cuenta del despropósito vivido el pasado verano con auténticos criminales pasando inmigrantes, choteando si podían a la Benemérita e hinchándose a pasar personas y droga. Pero hinchándose, hinchándose, hasta hacer un auténtico negocio. Traficantes sin escrúpulos a los que les importaba bien poco el bienestar de las personas a las que introducían bordeando los espigones o arrojaban al mar en plena ruta a la Península.
No nos inventamos nada, está todo escrito, hemos dejado atrás un verano indigno en donde si no ha habido más desgracias es porque dios no ha querido.
Lo que pasa es que la defensa de la rampita da votos, lo sabemos. Y tenemos al lado las elecciones y muchas voluntades que contentar.
Antes de eso quizás se debería pensar en las consecuencias ya no solo de tomar decisiones sino también de anunciarlas.
Ceuta no es igual que cualquier otro punto costero, nos pongamos como nos pongamos. Y no lo es porque al lado tenemos un país en donde su gente joven se quiere marchar y lo hace arriesgando su vida. Esos riesgos son aprovechados por quienes hacen negocio y se aprovechan de la situación de Ceuta. Si encima defendemos la colocación de infraestructuras sin contar toda la verdad y sin valorar todos los riesgos lo que incurrimos es en una insensatez de libro.
Mientras esto no cambie las medidas tendrán que ser las que existen hoy en día. Otro debate bien distinto es que se defienda tener un puerto deportivo con tasas adecuadas, con control, con atractivo y con una vigilancia que permita la salida de embarcaciones sin que sus dueños se sientan literalmente atracados pero disponiendo de una base bien controlada.
¿O acaso piensan colocar a una pareja de la Guardia Civil en bañador y con una sombrilla en la playa de San Amaro vigilando las salidas? Va a ser que no, entre otras cosas porque ya estarían las asociaciones cantándoles las cuarenta y con razón.
La Delegación demuestra tener prudencia en la toma de sus decisiones, quizá en esta le haya faltado algo de tacto y sobrado difusión.