Categorías: Política

“Qué hubiera pasado si....”

Juan Vivas había convocado anoche en el Hotel Tryp a los empresarios locales para desgranarles las claves del programa con el que aspira a certificar el que sería su cuarto mandato consecutivo en las urnas.

El acto, bautizado como Mesa Sectorial de Desarrollo Económico, congregó a una nutrida representación de patronos, pero también a ciudadanos de a pie, de los de nómina y trabajo por cuenta ajena. A unos y a otros les trazó el presidente y candidato del PP la hoja de ruta de su partido para volver a seducir el 24 de mayo a esa mayoría suficiente que permita ahondar en el diseño de ciudad que comenzó a hilvanar allá por el lejano 2001. Porque de proyectos futuros, pero también de estrategias pasadas, estuvo plagado su discurso. Emilio Carreira esbozó el prólogo y le dibujó al candidato la senda por donde se preveía iba a discurrir la intervención. El mensaje estaba lanzado: el PP encontró la nave de la Ciudad a punto de zozobrar en el arranque de la década pasada, le colocó el piloto automático y el rumbo desde entonces parece asegurado por mucho que golpee el oleaje de la crisis. Y el capitán, 14 años después, reclama otro cuatrienio para que la brújula siga marcando el norte. Con menos metáfora pero más datos contables adobó su discurso el presidente. Su número tres en la lista le había sugerido las tres ces que invitan a seguir trabajando: conectividad (tecnológica y vía transportes), competitividad y contratación, una parcela que para deleite de la audiencia ambos avanzaron que debe reservarse en buen parte –al menos la que emane de la Administración local– a los empresarios de la tierra. Vivas reconoció que se “rebela” cuando oye a otros aspirantes tachar al PP de “conformista o falto de ilusión”. Dardo lanzado al PSOE, porque hacia la formación de Carracao silbaba ya la primera de las flechas. El presidente dijo no entender cómo quienes deslizan ahora esas críticas militan en el mismo partido que fue incapaz, cuando gobernaba, de buscar alternativas a un modelo, “el del bazar, puerto y consumo de los militares”, que ya naufragaba. “Y se quedaron de brazos cruzados”, rememoró, “y hubo que esperar a que el PP llegara a los gobiernos central y local para encontrar soluciones”, porque hasta entonces, denunció, Madrid contestaba con un lacónico “ése no es mi problema, que yo lo he oído muchas veces”. No había respuesta la llamada casi desesperada. “Qué hubiera ocurrido si no hubiésemos elaborado nosotros una estrategia”, se preguntó en voz alta el candidato del PP. Los torniquetes que taponaron aquella herida se tradujeron en “una lista de medidas innumerable”. Y justo ahí arrancaría el repaso a los logros enumerados por el presidente. Cesión de tributos, compensación por caída de recaudación del IPSI, autonomía financiera, fondo de compensación interterritorial, ayudas para la producción de agua, refuerzos en equipamientos y dotaciones... El montante lo cifró en unos 130 millones de euros anuales que aportan el 50 por ciento de los recursos que maneja la Ciudad. Y extendido a su mandato, una inyección de más de 700 millones de euros. Del tintero salieron también los incentivos fiscales, exenciones y bonificaciones que compensan las peculiaridades extrapeninsulares y de escasez de recursos de Ceuta: 27 millones de euros que cubren con un enorme paraguas a casi 12.000 trabajadores y 700 empresas. La tercera pata del banco aporta 25 millones de euros para, con el respaldo del Estado y Bruselas, perseguir la reinserción laboral. Esa estrategia, paso a paso, considera Vivas que ha aupado a la ciudad hacia “el cambio y la transformación” de la última década. “No sé si le dan valor a esto, porque la inconsciencia es muy temeraria”, ironizó apuntando a sus oponentes electorales. No hay, pese a ello, “autocomplacencia” plena porque el desempleo, asume, continúa en cotas desproporcionadas. Pero sí que afloran datos para la esperanza: por ejemplo el de las importaciones, que no deja de dispararse para certificar el dinamismo económico, o el de afiliaciones a la Seguridad Social, que ha escalado un 47 por ciento desde 2001 e incluso mejora ahora el listón previo a la crisis. Balances que permiten esquivar “el catastrofismo de quienes prefieren ampararse en transmitir pesimismo y desasosiego”. Para esbozar la Ceuta que confía en liderar otros cuatro años tomó prestado el testigo que le había tendido minutos antes Carreira. Recuperó esas ces que le permiten augurar competitividad (a través de las reformas del IPSI o “hincando el diente” a la reordenación de los polígonos del Tarajal, pero también reclamando al ciudadano que no acepte el manto de la ilegalidad laboral o fiscal alrededor de su trabajo) y conectividad (por aire y mar, o con el ejemplo palpable del cable submarino que nos salvará de la “isla energética”). La misma inicial la reservaba para el colofón, en el que reclamó “corazón, con ce, para una Ceuta próspera y cohesionada”.

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