Se me ha colado un cara por ser educada. Eso me pasa mucho. Desde lo de Putin me carcome el instante. "Hay que vivir la vida", les digo a mis hijos que estudian a mansalva porque han adelantado una semana los exámenes y están más apretados que piojos en costura. La vida no es coger lo puesto (e irte de lo que has construido) porque un fanático quiere quedarse con tu patria. No pensé que viviríamos en un libro de texto, ni que la Pandemia Mundial llevaría a una catástrofe bélica. No pensé en la idiotez campante - natural y cotidiana- de los humanos, ni en las apariencias, ni en la gloria del poder, ni en que solo somos sangre y lágrimas.
Lo mismo soy idiota, creyendo que tras habernos contagiado de covid, nuestra vida sería más decisiva. Más de vivir a la esencia. Pero está claro que desde que éramos Neardenthales ya provocábamos incendios y nos apareábamos en yuxtaposiciones cárnicas. No me gusta ser humana, preferiría ser árbol y ver venir a los nazis- como en Francia mientras ya se les iba a la basura el sueño imperialista- desgajando ciruelos prósperos que volverían a crecer para regocijo de pájaros y mermeladas. Los nazis no querían territorios, sino hacer la puñeta, apoderarse de sueños victoriosos y beber champagne robado y visionar cuadros judíos de hondos recuerdos. Babosas osamentas que solo son hoy películas en blanco y negro. Pero qué fue de aquellos que murieron.
Qué horror reviven empeños en aquellos que huyen como otrora lo hicieron los sirios, a los que llamábamos terroristas porque asediaban nuestras costas y nuestras fronteras. Qué somos, más que voraces comedores de otros humanos con menos fortuna que la nuestra. Qué somos, más que conquistadores en potencia de todo lo que se menea.
No me gusta ser humana, prefiero ser bestia rocinante por las praderas; Comer hierbas, pastar al atardecer para ver un nuevo día, sin amo ni brocal, ni yugo de hierro que me queme el aliento. No por saber Historia, ni por pensar, ni por meditar, ni por estremecernos, hacemos nada. Lo mismo es eso, la quietud del árbol, la temeridad de las bestias y Putin asolando tierra, tirando bombas, matando gente. Unos huyendo, otros empuñando la muerte que llega. No quiero ser humana, prefiero mil veces ser semilla próspera esperando la primavera, ociosa mariposa que vive lo imprescindible para hacerse tierra y aíre y viento. No se cómo explicarán en décadas venideras esta relación de Putin con Europa. No sé cómo harán para decir que todos teníamos miedo, incluso más que con la Pandemia. Nos supimos vulnerables todos, incluidos los que con el dedo pulsador podían acabar con todo el Mundo que nos rodeaba y que aun así no hicieron nada por evitarlo. No quiero estar de reunión, dolerme la cabeza, pensar y mil veces pensar y hablar y amenazar para ver morir a la gente a distancia, sin poder o no querer hacer nada. Qué daños colaterales traerá esta guerra. Qué daños humanos en una Humanidad que ha perdido su nombre, la esencia que la creó e hizo levantar civilizaciones con sangre y fuego. Lo mismo, los Neardenthales nos hicieron como somos… carne y huesos pelados. Carne de cañón y hueso de tumba en mitad del campo dormida, en una cuneta renegada, llena de hiervas que comen las bestias, de árboles que ven caer la lluvia, las bombas o las necedades, de semillas que prosperaran aun en un hecatombe nuclear. No quiero ser humana. No quiero ver cómo un fanático emprende una tocata y fuga de muerte porque el poder se le escurre de los dedos.
Lo mismo en unos años o meses o días le veamos en un bunker con una bala alojada en la sesera. Esa foto sería de portada. Todos emitiríamos un hondo suspiro de alivio al verla, pero aun así sería muy tarde para los que hubieran muerto.
No se ha colado Putin en Ukrania por ser educada la Unión Europea. Lo ha hecho por ser Neardenthal y quemador de pastos ajenos.
Estamos en dique seco con gente muriendo asesinada , mientras claman justicia.