Opinión

Pura vida: vivencias de Costa Rica

Entre los archivos durmientes en el disco duro de un antiguo ordenador que llevaba tiempo sin utilizar, encontré un olvidado escrito que me ha parecido interesante revivir, actualizándolo. En esta lamentable etapa pandémica, cuando tenemos restringidos los viajes y los desplazamientos, resulta gratificante pero también nostálgico, recordar momentos de nuestra vida que fueron cosa normal y que ahora están embargados por la incertidumbre y el temor.
El Airbus 300 de American Airlines, acababa de posarse en las pistas de aterrizaje del aeropuerto de Miami. Había sido un vuelo tranquilo − sin las tormentas habituales, de la época, en esta zona− desde el aeropuerto Juan Santamaría, de San José de Costa Rica. Debía soportar, durante cinco o seis horas, la espera hasta la conexión que me llevaría a Madrid. Tuve que rellenar los documentos que exigía inmigración en EEUU para entrada en el país y contestar, como todo el mundo, a insólitas preguntas− como había hecho en otras ocasiones− tales como si soy adicto a las drogas, si he sido traficante de estupefacientes o si pretendo entrar en EEUU para realizar actividades criminales o inmorales. También, si he participado entre 1933 y 1945 en persecuciones relacionadas con la Alemania nazi o sus aliados. Después, aproveché el tiempo restante reescribiendo algunas anotaciones y recuerdos sobre Costa Rica.
La República de Costa Rica es un pequeño país de Centroamérica de 51.100 km². entre Nicaragua, Panamá, el Pacífico y el Caribe. Montañoso, con varios volcanes en actividad y con poco más de cinco millones de habitantes. Alberga el 6% de la biodiversidad mundial y gran parte del territorio es parque natural. El café, el banano, la piña, el cacao y la floricultura, son enseñas de la alta calidad de su producción agrícola. Es un tranquilo país con gente, por lo general, educada y un nivel de vida y servicios superior al de los países de la zona.
El primer visitante europeo fue Cristóbal Colón, que puso los pies en el territorio el 25 de septiembre de 1502, en su cuarto y último periplo al nuevo mundo. Una cédula real de 17 de diciembre de 1539, designó por vez primera al territorio con el nombre de Costa Rica. La genealogía del apelativo tiene dos versiones, una de ellas registra que Colón y los españoles se imaginaron− quizá impresionados por los adornos de los aborígenes− que era un país de oro y riquezas. Sin embargo, algún otro investigador opina que los indígenas huetares nombraban al territorio con un vocablo en su idioma, que fonéticamente podía sonar en castellano como costarrica. La independencia de España se produjo el 15 de septiembre de 1821. Lo celebran cada año, la víspera, con el desfile de faroles portados por niños escolares, por las calles de las ciudades. El día 15 a las 6,00 de la tarde− hora en que se anunció la independencia en 1821− suena el himno nacional en todo el país.
José Figueres Ferrer, hijo de catalanes, se alzó en armas el 12 de marzo de 1948, iniciándose la guerra civil. El 27 de abril consiguió la victoria y pocos meses después, el 1 de diciembre, en el cuartel de Bellavista−convertido en Museo Nacional de Costa Rica− de la capital San José, abolió el ejército en el país. La supresión del mismo se avaló posteriormente en la Constitución Política de 1949.En la actualidad, por tanto, es un país sin ejército y uno de los primeros en el mundo en tomar esta decisión. Además, desde 1983 una Ley de Neutralidad le prohíbe participar de forma activa, perpetua e incluso no armada en conflictos bélicos. Por esta, entre otras razones, se le ha calificado a veces como la Suiza de Centroamérica.
El carismático José Figueras− conocido popularmente como Don Pepe− fue el fundador de la Segunda República y ejerció, como presidente, en tres ocasiones, finalizando la última en 1974. El mandato presidencial, en la actualidad, se restringe a cuatro años, aunque se permite la reelección no consecutiva.
Aunque el gentilicio de los ciudadanos de Costa Rica es el de costarricense, son conocidos más popularmente por “ticos”. Parece ser que su origen procede de la costumbre que los naturales tienen, de emplear con frecuencia el sufijo “ico” o “ica” como diminutivos. La moneda nacional es el colón. El espectacular Arbol de Guanacaste (Enterobium ciclocarpum), caducifolio, de amplísima copa, corteza gris claro y gran altura, fue declarado el 31 de agosto de 1959 como Arbol Nacional. El Yigüirro (Turdus grayi ), de color marrón, de alegre y acogedor canto, fue designado como Ave Nacional el 3 de enero de 1977
El vocabulario y expresiones de los ticos son curiosas. Si preguntas a alguien como está, lo más normal es que te conteste, “pura vida” y si hacen algún comentario te lo acompañan con un “por dicha”. Leí algún titular de sucesos en la prensa del tipo de: “balean a un cantinero por una cerveza”, “muere del susto por una balacera” o “gringo ultimado”.
Cuando visité el país por vez primera, me sorprendió que en una soda−como llaman a los bares− dos chicas jóvenes y vistosas pidieron dos casados especiales y dos frescos. Luego pude saber que el casado es un plato combinado con el sempiterno arroz blanco, los frijoles, ensalada y carne o pescado. Los frescos no eran unos jovenzuelos descarados y peligrosamente simpáticos, sino una especie de zumos de frutas exóticas.
Se despierta uno en Costa Rica, para degustar el popular desayuno “gallo pinto” a base de arroz y frijoles. Más tarde, en los refrescos – son los típicos restaurantes− pude deleitarme, además del referido casado, con los tamales y las tortillas de maíz con queso. Durante mis visitas pude contemplar −a distancia− el volcán Arenal, pero si me asomé al cráter del Poas, con su precioso fondo de agua color turquesa. Tuve suerte porque recientemente, en años posteriores, se han producido peligrosas erupciones. Disfruté así mismo de las bellezas de los Parques Nacionales Braulio Carrillo, Cahuita, Manuel Antonio− con su paradisiaca Playa Rey− y el Parque Nacional Tortuguero, lugar de anidación de las tortugas marinas. Fue atractiva la visita a la ciudad Puerto Limón, en la orilla del Caribe, habitada por una pintoresca y exótica población de origen afrocaribeño.
No deja dejan de ser curiosos los nombres de algunas ciudades como: Cartago − fundada en 1563 y antigua capital−destruida varias veces por movimientos sísmicos; Grecia, bautizada así por los vecinos en 1826 y Atenas, no lejana de la anterior, fundada en 1833 y sin duda inspirada en la denominación helena de aquella vecina. Aunque no fueran las intenciones iniciales, es cierto que ambas, con la llegada del turismo, aprovechan ingeniosamente sus nombres para rentabilizarlos y ha surgido una actividad comercial con venta a los visitantes de reproducciones en escayola de acrópolis, templos y columnas dóricas, jónicas y corintias.
Una de las tradiciones más típicas y vistosas de Costa Rica son el boyeo –actividad del cuidado de animales y bueyes− y las carretas pintadas. No en vano han sido declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La carreta es uno de los símbolos patrios de Costa Rica, simboliza la paz y el trabajo de los “ticos” y era el medio de transporte en la época colonial. Con el tiempo−cuando dejaban de ser instrumentos de trabajo cotidiano− las fueron decorando, dibujando sobre ellas coloridas formas geométricas de una gran vistosidad. Cada una tiene un sonido distinto y el segundo domingo de marzo desfilan en el Día Nacional del Boyero.
En 1939, la United Fruit Company deforestó unos territorios del sur de Costa Rica para cultivo del banano y descubrieron unas extrañas y perfectas esferas de piedra dura, de diferentes tamaños y pesos, de hasta más de 15 toneladas. Curiosamente no existen referencias de que Juan Vázquez de Coronado en 1563 las citase en su carta al rey, posiblemente porque estaban enterradas por la erosión. Se calcula que fueron colocadas por los indígenas entre el 300 a.C. y el 500 d.C. aunque no se explica cómo las fabricaron con esa perfección y con materiales que no son de la zona. Se han vertido variadas versiones, tales como que son obras de extraterrestres y los estadounidenses incluso explosionaron algunas, en la creencia de que podían contener oro en su interior. La UNESCO eligió, en 2014, los lugares de asentamiento de las esferas precolombinas como Patrimonio de la Humanidad y ese mismo año, la Asamblea Legislativa declaró las petroesferas como símbolo nacional, aunque desde 1970 ya estaban protegidas por el Gobierno.
Una tradición significativa es la Romería. Desde cualquier punto del país caminan hasta Cartago, para asistir a la misa que se celebra el día 2 de agosto en honor de la Virgen de los Ángeles− patrona del país desde 1824− también conocida como la Negrita.
La lagarteada, con más de 150 años, consiste en capturar un cocodrilo−básicamente del rio Tempisque, donde los he visto a decenas−y llevarlo a la plaza de un pueblo de Guanacaste, los viernes santos. Lo exhiben amarrado durante tres días, antiguamente lo sacrificaban, pero actualmente lo devuelven cerca de sus habitáculos.

"El primer visitante europeo fue Cristóbal Colón, que puso los pies en el territorio el 25 de septiembre de 1502, en su cuarto y último periplo al nuevo mundo"

En 1997 se decretó el 31 de octubre como el Día Nacional de la Mascarada Tradicional Costarricense y en la misma desfilan personajes disfrazados, llamados mantudos o payasos acompañados de la música de las bandas cimarronas. En las fiestas de Zapote, a fin de año, se organizan corridas de toros a la tica. Son famosos los carnavales de Puntarenas, entre febrero y marzo y los de Limón, en octubre. El punto guanacasteco−danza nacional desde 1944− y el baile el Torito son muestras del folklore.
Durante mis diversas estancias en el país, con financiación de la AECI (Agencia Española para la Cooperación Internacional), impartí cursos en la Universidad de Costa Rica, en la capital San José, y en Liberia− otra curiosa denominación− su sede de la provincia de Guanacaste. Tuve ocasión de conocer y conversar con el Dr. Miguel Angel Rodríguez, presidente de la República, durante la visita al proyecto geotérmico de Miravalles. Escribí algún artículo en el diario “La Nación” y disfruté con las bellezas naturales de sus Parques Nacionales, además de recibir un exquisito trato y hacer buenos amigos. Sin lugar a dudas, Costa Rica es “pura vida”.

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