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Del "pulso de poder" entre las bandas de 'Piolín' y 'Tayena' a la ley del silencio

La vista judicial desarrollada este miércoles en Ceuta para esclarecer los disparos en un cafetín que dejaron 4 heridos, y que ha terminado suspendida ante los fallos técnicos que han impedido escuchar la testifical de un testigo protegido, ha servido para evidenciar el complicado trabajo policial que se llevó a cabo en la barriada del Príncipe. Un trabajo enmarcado en los momentos más complicados de la bautizada como Operación Plomo, cuando los integrantes de la UDYCO tenían que trabajar para anular la acción de dos bandas enfrentadas chocando con un silencio que impedía que cualquier investigación llegara a buen fin. El responsable de la unidad policial ha expuesto cómo las dos bandas encabezadas por ‘Piolín’ y ‘Tayena’ se enfrentaron a muerte después de que el primero se hiciera cargo del espacio que había dejado su tío ‘Tafa Sodia’ tras ser asesinado en la Marina. El intento de ‘Tayena’ por establecerse en el Príncipe adquiriendo una casa de la familia de ‘Tafa’ y por tanto próxima a ‘Piolín’ desencadenó un enfrentamiento nunca antes visto que ha dejado un reguero de muertes, destrozos, amenazas y disparos.

El crimen de Ibrahim y el “error” de una “confusión”

El asesinato de Ibrahim en abril de 2022, cuyo caso ha quedado archivado ante la imposibilidad de dar con los autores, siempre se trabajó policialmente como el producto de un error. Creen que los que le dispararon iban a atentar contra ‘Tayena’. Esa noche el menor iba en una moto de este y llevaba su casco. La Policía cree que lo confundieron aunque nunca pudo hallar evidencias para detener a los autores. No hubo testigos, por eso dar con la figura de uno protegido que quiera declarar y a quien no le venza el miedo es lo más complicado para la Policía, es como colocar una pica en Flandes. La UDYCO ha dibujado con detalle cómo era la operatividad de la banda del ‘Piolín’ en cuyo esqueleto sitúa a los cuatro acusados en esta vista oral suspendida hoy. A la pieza principal le seguía su mano derecha o colíder ‘Laika’ así como varios pistoleros, entre los que figuraban como principales ‘Popis’ y ‘Castaña’. Se nutrían económicamente del tráfico de drogas, del manejo de narcodrones, de robos, extorsiones y tráfico de inmigrantes, lo que les inyectaba gran cantidad de dinero. Las extorsiones a otros delincuentes eran las acciones que más beneficiaban a estas bandas porque sabían que las víctimas no denunciarían al tratarse también de delincuentes. Si se le robaba droga a otro o se le secuestraba pidiendo dinero a cambio de su liberación, la víctima nunca denunciaría.

El “pulso de poder”, la 'Kale borroka' y el “Cártel del Ángulo”

En esa banda todos protegían a ‘Piolín’ hasta que hace unas semanas la UDYCO dio con él escondido en la Península. Hasta ese momento gozó de una ocultación y la protección de los suyos. Las dos bandas enfrentadas ejecutaban atentados contra sus dos principales cabezas pero también contra sus familiares, bien disparándoles o quemando propiedades. Fue un “pulso de poder”, como ha puntualizado uno de los agentes de UDYCO que también ha declarado hoy en el juzgado. Ese ambiente se enmarcaba en un barrio en el que “la gente no declaraba porque se ha implantado el miedo”, ha recalcado el responsable de la unidad. Las bandas disponían de miembros para realizar todas las acciones. A la cúpula le seguían los pistoleros, pero también tenían su particular grupo de 'Kale borroka’ para lanzar piedras a las fuerzas de seguridad, amén de otros dedicados a marcar a miembros de la Policía en redes sociales para mermarles psicológicamente, atacándoles o desprestigiándoles. La misión de otros era señalar a los objetivos. Así operaba el “Cártel del Ángulo”, como bautizó la Policía a los integrantes de la banda del ‘Piolín’, que incluso exponían sus particulares fotos de grupo en redes sociales.

La clave de un testigo en un barrio del miedo

Las investigaciones policiales chocan en demasiadas ocasiones con la imposibilidad de disponer de testigos que han visto sucesos pero se niegan a aportar datos. Un miedo que se fundamenta en la posibilidad de una venganza posterior contra esos testigos o sus familias. El miedo imperante en la barriada fue la auténtica traba para la UDYCO, hallar un testigo que no tuviera reparo en contar lo que había visto fue la clave que diferenció el juicio que ha dado comienzo hoy de otros procedimientos.

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