Es cierto que Pedro Sánchez, el “Pinocho de gran nariz” es el responsable del ultraje y la vergüenza causada a los españoles, sobre todo a quienes no han votado a estos miserables que quieren acabar con el poder judicial eludiendo las sentencias dictadas por los tribunales de justicia. Su brazo ejecutor ha sido esa chica sindicalista desconocida hasta que fue creada por “PEDRO” para desprenderse de su amigo Pablo. De risa artificial y manoseo continuo y consentido por sus interlocutores, sin olvidar a esos jueces, magistrades y fiscalas que ha ido situando convenientemente en altos tribunales, fiscalía y gobierno.
Los de JUNTS huidos y prófugos de la justicia exigen la legitimidad de sus pretensiones a Pedro el “Pinocho de gran nariz”, ya que los tribunales se la han negado con una sentencia que solo pueden recibir unos GOLPISTAS. Lo exigen a quién ha incumplido todas las promesas realizadas a los españoles, porque aún recuerdo la frase “Me comprometo a que la gobernabilidad de España no descanse nunca en los partidos separatistas”. Es la gran ventaja que tiene sobre el resto de aspirantes a gobernar España, su absoluta carencia de principios, su irresponsabilidad, su ausencia de culpa, miedo o vergüenza, su constante manipulación, su preocupación por agradar y obtener un encanto superficial, su falta de metas que no sea la obtención del poder a cualquier precio, y lo que es peor, la total inexistencia de remordimientos. Características estas que le otorga un componente de psicópata muy preocupante al menos, para los que no queremos tenerlo en el gobierno ni compartimos su mezquino proceder.
Es la primera vez en la historia de España, que sin utilizar la fuerza, sus principios constitucionales intentan ser cambiados como en la famosa frase de Groucho Marx “Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”. Al Pinocho de gran nariz no le ha parado nadie los pies y ha sido alentado por un sector muy importante de los medios de comunicación.
Este Pinocho de gran nariz ha venido legislando durante mucho tiempo en beneficio propio y no del ciudadano, ignorando que la promulgación de una Ley debe obedecer a la necesidad de regular una situación que lo demanda y no, solventar las necesidades personales del que gobierna. El uso y abuso de los decretos ha provocado que la radiografía que se le debe hacer a la Ley decretada en las cortes, se haya trasladado a los medios de comunicación, sobre todo a los afines, consiguiendo que se desvanezcan las características propias que aparejan su promulgación; la temporalidad, la urgencia y la materialidad que hace sustituir el camino de la Ley ordinaria. Son tantas que cuando se promulga la quincuagésima, ya nadie se acuerda ni de la primera, ni de la segunda, ni de la tercera….imagínense llegar a 124. Está claro que contra más leyes más corrupción, buscando conseguir la libertad de acción de aquellos que gobiernan y dejar así de cumplir las que han sido promulgadas, truco muy antiguo ya utilizado por los dictadores romanos como Sila contra el senado para eludir los controles. Porque ya hubo dictadores con senado, pan y circo.
Tampoco se han percibido los jueces del enorme problema que se les venía encima y cuya dignidad es cuestionada constantemente por el gobierno. Ni por gran parte de los españoles que han tenido tiempo más que suficiente para identificar a un mentiroso patológico. Ni tan siquiera la oposición, más preocupada por sus problemas de liderazgo que por la situación real de lo que acontecía y a quién no se le entiende, que quisiera también entablar conversaciones con un delincuente, tan solo canceladas después de hacerse publicas las pretensiones del huido de la justicia. ¿Me quiere hacer creer alguien que las desconocía?
La mansedumbre de los ciudadanos españoles es preocupante, sobre todo después de comprobar que no se ha trasladado a las urnas un comportamiento patológico durante cuatro larguísimos años, solo entendible, pensando que los españoles que lo han votado, lo han hecho pensando en el partido y no en quien ocupa el puesto de Presidente. Por lo tanto, si no hay nada nuevo en su comportamiento, ¿por qué debería dejar de votarlo quién ya lo hizo el 23J? Solo se me ocurren dos razones: por dignidad y por vergüenza.