Reza entre las tareas del aficionado a la escritura el dotar de alma a las palabras, acaso sea para alumbrar su significado, acaso sea para encumbrarlas.
Una vez observadas las palabras encontraremos que estas poseen un rango, en función de su utilidad y de su cercanía a la causa primera, o verdad.
Así, pertenece a una de las estirpes más profundas la proyección o significación de la “providencia”, y su relación con la condición humana. Es decir, ¿es la providencia del ser humano y su destino inevitable la construcción de la humanidad? Y más allá, ¿es la humanidad la causa primera y fin último de la existencia?
Sería bueno establecer una respuesta afirmativa, ya que de ella se derivaría un sentido, un orden, un oriente hacia dónde dirigir los pasos. De esta manera, y dado que está escrito en el libro de las estrellas el lugar de llegada, no perderemos la energía ni la calma en batallas intermedias.
En consecuencia, un pueblo que desoye la llamada de la condición humana está destinado a hacer círculos por el desierto, y a vagar sin rumbo conocido, bajo el signo del sufrimiento.
Al contrario, el pueblo que descubre y reconoce su providencia iniciará una trayectoria ascendente, y su signo será la evolución natural hacia el bienestar.
Además, el beneficio grupal o social traerá la realización personal: todas las personas somos partícipes en la construcción de la humanidad, y nuestra obra y nuestro sello, harán que la existencia sea breve e infinita a la vez. Sirva esta metáfora: se precisan millones de gotas de agua para horadar la piedra, pero al final, al observar la roca vencida, concluiremos que todas las gotas han sido igual de necesarias.
¿Os imagináis 8000 millones de personas trabajando en la misma dirección? Lo cierto es que tiemblan las piernas solo de pensarlo.
Seguimos en el entendimiento de la providencia. La providencia del fuego es procurar calor en las gélidas paradas del invierno, y hacer que fructifiquen los alimentos, al tiempo que sirve como punto de luz. La providencia del agua es calmar la sed y animar el crecimiento de la vida en sintonía con el ciclo de las estaciones. La providencia de la tierra es posibilitar la raigambre de los bosques milenarios. Y quizá el aire sirva como fuente de energía y para que las naves hinchen sus velas en pos de la isla de la prosperidad.
Hay quien dijo que la providencia de la vida es la observación de ese fenómeno que es la luz, pues es tanta su belleza. Pero entonces, ¿cuál es el motivo de la ceguera?
El rango de este conocimiento es mayor y escurridizo, y es propio del prudente concluir que muchas de las respuestas no nos son dadas. Sin embargo, el vacío dejado por la ciencia en cuanto a los motivos de la vida abre los cauces a la imaginación y la inventiva.
Hemos visto algunos rasgos de la providencia, pero toda la belleza en ella contenida, y siendo la belleza más alta la justicia universal, solo será posible en un escenario de paz.