Han sido numerosas horas al volante. Horas robadas al sueño y al cansancio y con la gran responsabilidad de llevar sanos y salvos a más de 80 animales. Así se vive uno de los viajes que la Protectora de Animales realiza a Francia. Más de 1.700 kilómetros de carretera hasta llegar a la primera parada, en la localidad de Morée.
A las ocho de la mañana del viernes el camión ‘La Esperanza’ hacía su entrada en el refugio para dejar a los primeros diez perros. Pero antes de eso, el trayecto no fue nada sencillo.
El camión volvió a sufrir un percance que les obligó a cambiar una rueda a la altura de Irún, de noche y con un termómetro que marcaba 5º. Las duras condiciones climatológicas pasaron factura a algunos gatos que sufrieron episodios de hipotermia, pero que, afortunadamente, se superaron después de que una conductora los tomara en brazos hasta hacerlos entrar en calor, mientras el trayecto continuaba.
Y es que la dureza de este viaje se refleja en que se hace de manera ininterrumpida, sin realizar paradas a excepción de las estrictamente necesarias para repostar combustible. A partir de ahí, en los siguientes refugios en Plaisir, Chamarande y Hermeray se repitieron las mismas escenas.
Los voluntarios de la Protectora iban descargando pacientemente a los 43 perros y 41 gatos solicitados en cada una de las asociaciones galas. Las primeras satisfacciones del duro trabajo la viven los conductores al ser recibidos por ciudadanos franceses que esperan a los animales para llevárselos a sus hogares en el momento en que pisan suelo galo.
Las previsiones de adopción siempre son muy elevadas y de ello quedó constancia cuando, aún no habían transcurrido ni 24 horas de su llegada a Francia y ya habían sido adoptados tres perros y tres gatos. Terminado el duro trabajo y tras limpiar el camión, los tres voluntarios se pusieron otra vez al volante para iniciar el camino de regreso a Ceuta, donde disfrutarán de un más que merecido descanso.