La frontera del Tarajal termina convirtiéndose en una meta que alcanzar por aquellos delincuentes que, aprovechándose del juego de la doble nacionalidad, buscan en uno u otro lado esa protección. Y así nos topamos con historias de auténticos criminales que han cometido sus fechorías en Marruecos y buscan en Ceuta el paraíso protector. Aquí defienden con uñas y dientes su españolidad por pura conveniencia, colocándose el pasaporte en la frente con tal de evitar una posible extradición. Es una manera de lanzar una burla a la justicia, al sistema y, por supuesto, a las familias de las víctimas. ¿Sucede también a la inversa? Por supuesto. Hay casos de marroquíes que han agredido a ceutíes y se quedan protegidos en su propio paraíso mientras que desde aquí las víctimas piden apoyo.
La mera existencia de la frontera y la permisividad que en ocasiones se produce provoca que esta sea empleada como filtro protector por partes interesadas. La frontera marca la línea del delito y marca también la separación de los oasis delincuenciales que nacen a uno y otro lado. Y navegando en ese oasis se encuentra el manido debate de la doble nacionalidad: ¿se es español o marroquí?, ¿existe la conveniencia, la nacionalidad a la carta? Así es y así se ha estilado durante años a pesar de los amagos de la Fiscalía y el juzgado por revisar casos o intentar buscar a los que explotan este doble juego. Hasta la fecha sólo se ha podido retirar una nacionalidad, del resto de casos investigados nada se ha sabido, permitiéndose que ese doble juego continúe al igual que ese juego a la escapada y al delito del que participan España y Marruecos.
Hoy dos ceutíes agredidos en Marruecos piden justicia porque sus agresores no han sido detenidos. Hoy sigue pidiendo esa misma justicia la familia de un marroquí apuñalado mortalmente por un grupo de ceutíes. ¿Permisividad, paraísos para delincuentes, doble nacionalidad? Interrogantes que se dan la mano y a los que nadie quiere poner un punto y final.