Llevan la solidaridad en el cuerpo y lo demuestran en los actos que, como integrantes de la Asociación de Voluntarios de Protección Civil (AVP-Ceuta), desarrollan cuando se les requiere. Los ciudadanos los pueden encontrar en diversos eventos de la ciudad a lo largo del año. Sus trajes azules con una llamativa franja naranja se hacen notar en actos como pruebas deportivas, la Mochila o aquellos en los que se precisa apoyo logístico. Pero sus funciones van más allá y su trabajo en actuaciones como la búsqueda de personas desaparecidas hacen de este grupo de personas una herramienta indispensable en esta situación y un halo de esperanza para los que aguardan impacientes el regreso de sus familiares.
Sus orígenes se remontan diez años atrás, cuando un grupo de personas procedentes de distintas ramas del voluntariado (Radioemergencia de la Delegación del Gobierno o Cruz Roja) decidió dar un paso más y crear la Asociación de Voluntarios de Protección Civil de Ceuta que, actualmente, cuenta con 24 integrantes.
Una llamada de teléfono de la Dirección General de Protección Civil, en este caso de Victor Ríos, director general del Área de Coordinación, pone en marcha un dispositivo bien engranado y el comienzo de una carrera a contrarreloj. Es el momento en que se alerta de la desaparición de una persona y los voluntarios son activados para iniciar la búsqueda. “En principio recibimos la notificación de que hay una persona desaparecida. Nos remiten los primeros datos que se recopilan de la familia: descripción de la persona, edad, cómo va vestido, si toma medicación y la zona en la que se le vio por última vez”, explica el jefe de la Unidad Operativa de la Asociación de Voluntarios de Protección Civil, José Antonio Méndez, que es la persona que recibe el aviso y activa al resto del equipo. “Hay que tener en cuenta que muchos trabajan y no siempre se puede contar con todos ellos, pero siempre hay un grupo de primera intervención que lo conforman unos seis o siete voluntarios y en base a esas primeras pesquisas vamos incorporando gente”.
Desde que se produce la notificación por parte del director general del Área de Coordinación hasta que el grupo está ya operativo para iniciar la búsqueda solo han transcurrido 30 minutos, un tiempo récord que evidencia la eficacia y organización con la que se mueven estos voluntarios. “Centralizamos el inicio en la base, cogemos los vehículos y nos trasladamos a las zonas que nos indican. Allí montamos nuestro puesto operativo y en base a eso empezamos a trabajar en un radio de acción de unos 400 ó 500 metros a la redonda. Después se va ampliando el perímetro hasta que llega un momento en que hay que tirar de recursos, de la ‘Asociación de guías caninos K-9’, que con sus perros nos marcan las pautas de los sitios a los que tenemos que ir”, apunta Méndez.
Estos voluntarios no pueden actuar si previamente no existe una denuncia de la desaparición de la persona. En este punto, el jefe de la Unidad Operativa quiere aclarar una información “errónea” por la cual “muchas personas piensan que cuando alguien desaparece hay que esperar 48 horas, pero eso es incierto. Las denuncias se pueden presentar desde el momento en que se tiene conocimiento de que esa persona ha desaparecido, ya sean dos, tres o 24 horas”.
Esos primeros instantes son fundamentales para localizar al desaparecido, especialmente en el caso de un menor, en cuyo caso “se hace una alerta a mayor escala e incluso fuera de Ceuta”, asevera.
Una vez en la denominada “zona cero”, como así denominan estos voluntarios al lugar de comienzo del dispositivo, se organizan los equipos, de dos en dos, para peinar el mayor terreno posible, especialmente cuando se trata de zonas montañosas, aunque eso sí, velando por la seguridad de los integrantes del grupo. “Nunca vamos a poner en riesgo nuestra integridad y en los sitios que vemos que no está garantizada nuestra seguridad transmitimos al Área de Coordinación y Emergencias que se requiere personal profesional y especializado como Bomberos, para que ellos hagan una batida por esa zona”.
El operativo se desempeña por parejas “siempre formadas por alguien más veterano que acompaña a los compañeros que llevan menos tiempo”, matiza Méndez.
Las búsquedas se desarrollan a lo largo del día y también de la noche. Sin límite de tiempo, cuando la oscuridad se les echa encima, estos héroes anónimos continúan incansables rastreando las posibles zonas en las que puede permanecer la persona. “Es cierto que una búsqueda diurna amplía el enfoque de la vista, aunque también puede ser más engañoso porque de noche la linterna apunta a puntos específicos y la vista se concentra más en dicho punto”. Curiosamente, añade Méndez, “a la hora de encontrar a alguien, se localiza más de noche que de día”.
Así es el trabajo de la AVP-Ceuta, altruista y generoso. Ellos ofrecen su tiempo y esfuerzo sin esperar nada a cambio. La simple sonrisa de las personas a las que ayudan es su mayor recompensa.
Por parejas se desarrolla el dispositivo de búsqueda de desaparecidos, comenzando por la denominada ‘zona cero’, lugar desde el que comienza el rastreo. Los voluntarios comienzan así una carrera contrarreloj para localizar a la persona.
Karim Abdeselam. Integrante de la Asociación de Voluntarios de Protección Civil. “Llevo tres años en la asociación y gracias a las experiencias vividas, cada día nos involucramos más y vamos aprendiendo muchas cosas. Hemos tenido muchas experiencias, pero la que más me ha gustado ha sido encontrar a Rafael con vida, fue una búsqueda con final feliz. Ni te imaginas el grado de satisfacción cuando encuentras a una persona que estás buscando y es gracias a la formación que recibimos para saber cómo actuar cuando pasen estas cosas”.
Paula Cortés. Integrante de la Asociación de Voluntarios de Protección Civil. “Decidí entrar porque tenía un familiar dentro y estaba en una etapa en la que dejé de estudiar y decidí hacer algo. Probé dos días y ya llevo diez años. La mayor satisfacción que se siente es después de cada preventivo cuando encuentras a la persona viva y ves la cara de la gente y cómo te lo agradece. Es lo mejor, lo más grande que un voluntario puede sentir porque me encanta ayudar”.
Hamza Harrous. Integrante de la Asociación de Voluntarios de Protección Civil. “Con 20 años me planteé qué hacer en mi tiempo libre y al final me decidí por la Asociación de Voluntarios de Protección Civil. Llevo cinco años y lo mejor es ayudar a una persona que lo necesita. Ser voluntario engancha y te apasiona, pero hay que encontrar la balanza entre estudiar y trabajar. En casa te dicen que te quedes a hacer cosas con ellos, son los que más lo sufren”.
Los equipos de que dispone la AVP-Ceuta son fundamentales a la hora de facilitar los distintos operativos en los que participan. El vehículo de comunicaciones y de logística no solo integra el tema de comunicaciones, sino también la infraestructura necesaria en determinadas intervenciones, como camillas, inmovilizadores o cualquier elemento requerido en estas actuaciones. “Intentamos integrar nuestras comunicaciones y la de otros organismos que también intervienen en estos operativos, bien sea banda aérea, tema de rescate marítimo o incluso equipos de Cuerpos de Seguridad del Estado”, apunta Méndez.
Este vehículo es primordial en el caso de operativos como el de la Mochila, en la que los voluntarios de la AVP participan cada año. “Cuando ocurre algo en la ciudad es fácil llamar al 112 e indicar el lugar en que te encuentras. Pero cuando alguien está en el campo no todos conocen las zonas forestales o las pistas. En este caso, nosotros recopilamos los datos de las personas que están acampadas y a todos se les asigna un código que, en caso de emergencia, tienen que dar al 112 para ser localizados rápidamente”.
A este vehículo, se suma el RACK, un dispositivo tecnológico que se emplea en ciertos operativos de búsqueda y que integra comunicaciones digitales y analógicas. Por su tamaño se puede trasladar en un vehículo, lo que permite una mayor operatividad en situaciones de emergencia.
Para Encarni García el 17 de septiembre de 2019 fue uno de los peores días de su vida. Ese martes su padre desapareció de su domicilio sin dar ninguna pista de hacia donde se dirigía. Cogió tres paquetes de tabaco y mecheros y salió de su hogar dejando tras de sí la angustia y desesperación de una familia preocupada por este ceutí de 83 años. “Después de que mi hermana y yo estuviéramos un rato buscándolo, pusimos un anuncio en Facebook para que me ayudaran y no pasaron diez minutos cuando la asociación de Voluntarios de Protección Civil se puso en contacto conmigo. Me preguntaron si quería su ayuda y les dije que por supuesto. De hecho gracias a ellos mi padre se encontró vivo porque si hubiera pasado la noche ahí, igual lo hubiéramos encontrado en otra situación”.
Al igual que muchos otros ciudadanos, hasta ese momento Encarni desconocía la labor exacta que desarrollan estos voluntarios. “Me sorprendió realmente lo que hacen, cómo te apoyan, ayudan y protegen en todos los aspectos Cuando apareció mi padre me acompañaron al hospital y varios días después seguían llamando para interesarse por él. Todavía hoy en día José (Méndez) me pregunta cómo está. Esa labor no la conocía pero me quito el sombrero con ellos. Son angelitos de la guarda”.
Aunque eternamente agradecida a todos los voluntarios, Encarni habla con gran cariño de Karim Abdeselam, la persona que localizó a su padre. “Fue el chiquillo que lo encontró. Cuando lo vi me abracé a él. Era mi niño, mi ángel y le di las gracias, entonces me contestó que a él no se las diera, sino a todos los compañeros, porque podía haberlo encontrado cualquiera.. Esas palabras me demostraron que realmente es una persona humilde”.
Después de una búsqueda que terminó con final feliz, Encarni ha rememorado estos duros momentos con su padre. “Él no recuerda nada de lo ocurrido. Me dijo que sintió como algo le lamía la pierna, era el perro que participaba en la búsqueda. Entonces abrió los ojos y vio la cara de un niño que le preguntaba cómo estaba. Era Karim”.
Encarni solo tiene palabras de agradecimiento para este grupo de personas que, desinteresadamente, se echó a los montes para localizar a su padre. “Quiero agradecer a toda Ceuta porque ese día se volcó con nosotros y, sobre todo, a Víctor, José, Karim y todo lo que engloba la Asociación de Voluntarios de Protección Civil porque sin ellos no hubiéramos conseguido nada. Lo digo de corazón. Muchísimas gracias por todo. Chapó por ustedes”.
La Asociación de Voluntarios de Protección Civil nació hace diez años, pero la tarea de ofrecer su tiempo y ayuda de forma desinteresada a los demás comenzó, para algunos de sus miembros, mucho antes. Es el caso del presidente de la asociación, Juan Moreno, y del jefe de la Unidad Operativa, José Antonio Méndez, que entre ambos suman más de 70 años en el mundo del voluntariado.
“Yo llevo más de 30 años de voluntario. Primero empecé en la Red de Radioemergencia de Protección Civil y sigo vinculado al tema de comunicaciones. Entonces fue cuando decidimos formar un equipo de gente que venía de otros voluntariados” explica Méndez.
Su vocación como voluntario le viene desde bien pequeño. “Mi madre siempre me ha dicho que cuando veía un perro abandonado todo mi interés era llevarlo a casa. Después saqué unas oposiciones y como tener un trabajo hoy en día es como que te toque la lotería, mi forma de devolver esa suerte que he tenido ha sido ayudando a los demás. Esto me lleva más horas que mi propio trabajo, pero es algo que satisface y me congratula”, añade.
Moreno contaba solo 18 años cuando comenzó su tarea como voluntario. “Había que ser radioaficionado para entrar en la Red de Radioemergencia de Protección Civil, que pertenecía a la Delegación del Gobierno, y fue entonces cuando pasamos a formar parte de esta red, primero en Cruz Roja del Mar y después en Protección Civil que, prácticamente, estaban unidas”.
Con más de 40 años en el voluntariado, para Moreno ser voluntario es “estupendo, ha sido mi vida”. Recuerda haber participado en todo tipo de experiencias: incendios, desaparición de personas o pruebas deportivas y peligrosos sucesos como el vivido en la barriada Postigo. “Casi hubo que desalojar la barriada. En esos tiempos la Policía no tenía radio y todas las comunicaciones las llevábamos en Protección Civil”, recuerda.
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