Opinión

Una propuesta para enriquecer nuestras maneras de razonar

“Las cosas son como son, los hechos son los hechos y la vida humana es compleja”. Estas afirmaciones, repetidas por quienes no son profesionales del pensamiento, ponen de manifiesto la convicción –quizás generalizada- de que las teorías filosóficas a veces no tienen en cuenta la complejidad de la vida real.  Ésta puede ser una de las explicaciones de la orientación que ha seguido el existencialismo propuesto por Søren Kierkegaard y que ha influido en la ética, en la psicología, en la teología, en la literatura, en las artes y en los comportamientos de muchos ciudadanos. Es una reacción al Idealismo que, como es sabido, formula principios abstractos sin aplicarlos a los detalles de la realidad “finita, transitoria y cambiante” de la vida cotidiana.

En esta obra el filósofo ruso Lev Shestov (1866 – 1938) explica de manera clara su identificación con el pensamiento existencialista de Kierkegaard, su rechazo del idealismo y su defensa de la subjetividad como método para cultivar el conocimiento. En contra de los idealistas que defienden la “verdad inmutable”, él concede especial importancia a la subjetividad en la ética, en el arte y en la literatura.

Apoyado en los principios básicos de la tradición judía, Shestov critica el pensamiento de filósofos clásicos y de filósofos contemporáneos que, a su juicio, encierran la realidad en unas estructuras excesivamente rígidas. Para él, la verdad, más que en el rigor de la razón, está contenida en creencias transmitidas culturalmente y en datos suministrados por las experiencias personales.  Defiende que, en vez de limitarnos a las respuestas lógicas, deberíamos asumir que la incertidumbre es un estímulo para alcanzar una verdad personal que desborda las limitaciones del pensamiento racional. Reivindica la importancia de los descubrimientos de las experiencias subjetivas y de los encuentros individuales con la trascendencia frente a las verdades absolutas, generales e inmutables de la razón.

En mi opinión, la lectura crítica de esta obra es una estimulante invitación para que asumamos que razonar no es la panacea única e infalible para apoyar y orientar nuestros comportamientos. Si observamos las actitudes y los procedimientos de algunos intelectuales profesionales llegamos a la conclusión de que, a veces, sus reflexiones, por muy lógicas que sean, poco tienen que ver con la realidad de nuestras vidas y con el crecimiento moral de la sociedad. Los hechos demuestran que frecuentemente benefician a los más fuertes, a los más listos y a los más poderosos.

Los “razonamientos” de Shestov, enraizados en las teorías de Platón, Nietzsche, Pascal, Schopenhauer, Dostoievski y Kierkegaard, son –pueden ser- orientadores para profesores de Filosofía, Teología, Psicología, Ética e Historia, y nos pueden ayudar a todos para identificar nuestras maneras de razonar, de elaborar juicios y de calibrar nuestros prejuicios.

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