Cuando se cumplen 10 años de la “Ley de Memoria Histórica”, y ahora se plantea su modificación, parece que cada vez es más evidente conocerla como ley del sesgo histórico, porque lejos de dar dignidad y reparar un daño imposible de reparar, se ha convertido en un programa que pretende borrar de nuestra memoria que hubo dos Españas y una guerra fratricida.
La Ley de Memoria Histórica que se aprobó por iniciativa del PSOE más raquítico dirigido por Zapatero, se ha convertido en la herramienta que van a usar con la aquiescencia de PP y C's, para silenciar la verdad de la Guerra Civil y sus años posteriores, los que duró la dictadura, para así mantener una única versión manipulada de los hechos, imponiendo penas de cárcel a quién la critique y justifique el llamado Alzamiento.
La directora de este periódico recordaba la frágil memoria del PSOE con asuntos locales. También habría que recordarles que si el PSOE saca su memoria histórica desde el 34 solamente, es para echar a correr. Estos desmemoriados no conocen ni su verdadera historia que es más negra que el carbón. En una de las muchas lecciones magistrales que el historiador estadounidense,Stanley Payne, dió sobre la Guerra Civil y la dictadura, afirmaba que: "Los partidarios de la nueva Ley de Memoria Histórica no han tenido oposición. La pusilanimidad y la debilidad intelectual de Rajoy ha envalentonado a los que quieren imponer el pensamiento único".
Y en eso parecen andar muchos, entre la desmemoria y la ignorancia. Ninguna de las dos se curan quitando nombres a las calles y derribando cruces, que en ningún caso son franquistas, siempre son cristianas. Religión en la que el perdón y la reconciliación es uno de sus pilares.
Retirar el reconocimiento público del nombre de una calle a una persona por el simple hecho de haber sido notable durante la Guerra Civil o el franquismo, es tildar a todos los españoles que vivieron bajo la dictadura de franquistas, o negar que también existieron juicios sumarísimos y ajusticiados que acabaron con la vida de muchos que nada tuvieron que ver con el franquismo.
La ley, lejos de ser reparadora, ha vuelto a abrir muchas heridas y reavivar rencores que ya son heredados, como en la España más negra y profunda cuando dos familias se venían disparando cada cierto tiempo por la linde de los terrenos. Más que curar ha empeorado la situación, fomentando momentos histriónicos en los que gente que tenía olvidado a sus abuelos en los asilos, pretendía devolver el honor a un bisabuelo que jamás conoció, fomentando el resentimiento contra fantasmas de los que solo saben que su nombre fue relevante hace ochenta años.
Ahora pretenden reformar la ley ampliándose a la opinión pública y la destrucción de documentos, al más puro estilo stalinista. Con la aquiescencia de un PP desnaturalizado, miedoso y acomplejado, y un C´s oportunista, se pretende prohibir pensar públicamente que algunas acciones del franquismo o del Alzamiento fueron un bien para España.
O sea que eso de la Seguridad Social, las pensiones, la enseñanza universal, los pantanos, las pagas extras y un largo etcétera, fueron protérvicos por el mero hecho de haberse realizado bajo el franquismo. Al final Franco ha vuelto bajo la apariencia de partidos supuestamente democráticos que defienden la libertad. La indigencia intelectual política y la soberbia del poder hace nuevos dictadores.