Que toda una barriada se quede sin autobús no parece ser la solución más adecuada para un problema de seguridad enquistado al que no se le ha sabido dar solución en años. En el Príncipe hay familias de trabajadores que ya de por sí tienen que soportar ser marcados como delincuentes, pagando por las acciones de unos. A ese lastre se le suma también la merma de servicios públicos tan necesarios como el transporte en bus.
Los trabajadores y usuarios deben estar seguros. En ninguna cabeza cabe que alguien que se sube a un autobús pueda temer por su vida porque le van a lanzar una piedra. Es tan descabellado que esto se haya normalizado que no hace sino demostrar que tenemos un grave problema ante el que se ha evidenciado una falta de efectividad absoluta.
En años no se ha conseguido acabar con esta situación, al menos se tiene que reflexionar sobre ello y, sobre todo, adoptar medidas efectivas que no pasen por criminalizar a toda una barriada.
Urge tomarse lo que está sucediendo tan en serio como resolver lo que está pasando actuando con contundencia a distintos niveles para evitar situaciones tan esperpénticas como dejar a un barrio sin este servicio o tener que idear una escolta que, de por sí, tampoco va a garantizar que no se produzcan esos incidentes.
Hay un problema de raíces profundas que requiere de una inmediata solución.