El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, se llena la boca con los anuncios de dotación para las fuerzas de seguirdad de Ceuta y Melilla, defendiendo las obras que se han ejecutado y recalcando que ambas ciudades hermanas son una prioridad para el Gobierno. Comparecer para haver estas valoraciones es fácil, sirve para rellenar periódicos y para quedar bien de Algeciras hacia arriba. En Ceuta, a pesar de lo dicho por Grande-Marlaska, sigue habiendo graves deficiencias y muchas asignaturas que cumplir que repercuten directamente en las fuerzas de seguridad. Las fronteras siguen mostrando su rostro más inseguro, lo es para quienes quieren atravesarlas a nado y lo es para los agentes encargados de su custodia porque siguen sin tener garantías sobre una protección debida si ocurre alguna intervención complicada. La historia demuestra que a quienes se les pide responsabilidades es a los propios agentes, no a las autoridades políticas por mucho que luego hablen de “prioridades” o anuncien mejoras. Lo que se tiene que garantizar desde el Gobierno y, en especial, desde el Ministerio de Interior, es que los agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil estén seguros y protegidos ante lo que pueda ocurrir, evitando que la criminalización constante caiga sobre ellos y sean los únicos responsables por tener que lidiar en la frontera sur de Europa con los aplastantes vacíos que siguen habiendo hoy en día.