Utensilios para deleitar al paladar o vasijas que decoran habitaciones. Objetos tan cotidianos que, si pertenecen a otro siglo, son reveladores de una historia enterrada en el tiempo. Las primeras cerámicas que acompañaron a la orden Trinitaria en el día a día del convento en Ceuta han sido rescatadas del olvido.
Sus huellas han emergido de la tierra. Piezas fragmentadas en su mayoría que representan porcelanas decorativas o utensilios que en su día eran parte de su cotidianidad. Formas y piezas que revestían salas o estaban entre manos que en el presente son clave para conocer la vida de los religiosos de este lugar sagrado.
A pesar de estos hallazgos, aún queda mucho por hacer y obtener conclusiones llevará tiempo. Trozos partidos en su mayoría y algunos en buen estado de conservación que datan, sobre todo, del siglo XIX.
Se encuentran entre estos enseres una olla casi completa, una botella de agua de gres o elementos ornamentales como una concha. Uno de los descubrimientos más llamativos es una cerámica procedente de Italia del siglo XVI, un origen que han logrado identificar el equipo de arqueólogos gracias a sus conocimientos. “Por el tipo de plantas o de decoración se puede llegar a reconocer ciertas producciones de determinados sitios”, explica Fernando Villada, uno de los profesionales que indaga estos restos encontrados.
Es difícil en base a estos objetos recrear de forma concreta el interior del convento. Sin embargo, este rastro va a ser fundamental para dibujar una idea general de en qué tipo “de mansión se empleaban estas piezas”, especifica.
Una vez llegue a término la investigación, cabe la posibilidad de que parte de ellos sean utilizados para ser expuestos al público con un sentido lógico.
Ello significa que algunos de los hallazgos se mostrarán al público de tal modo que este pueda conocer con claridad cómo era la vida de los trinitarios de la época. La elección de cuáles serán las más idóneas para trasladar este mensaje de forma sencilla depende de varios criterios.
Tiene que ser consecuente, es decir, que pueda ser reconocida a simple vista. “Si se enseña una olla completa, se entiende en seguida”, detalla Villada.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es la necesidad de conservación, es decir, si el elemento precisa de más cautelas. “Si tengo una pieza muy delicada y exponiéndola a ciertas condiciones puede perderse, no se elige”, especifica el arqueólogo. Algunos de los hallazgos pueden ser similares. Es esta la razón por la que se escoge un solo artefacto entre sus semejantes.
Los restos que no pasan a las vitrinas son guardados a buen recaudo para labores de estudio o para posibles muestras en un museo.
Este recortado espacio, las inmediaciones del edificio, no solo esconde vestigios de los trinitarios, sino mucho más que eso. Estos primeros trabajos han sacado a la luz objetos de época medieval o romana.
Estos últimos no eran en sí propiedad de los miembros de la congregación. Más bien este descubrimiento corresponde al rastro de un momento anterior a la construcción del convento, uno de los más relevantes y reconocibles de Ceuta por aquel entonces.
Paso a paso, con este análisis, los ceutíes se acercan a la historia olvidada tras el hogar que dio cobijo a esta orden religiosa.
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