La historia de César es la de una injusticia cometida entre rejas, un ejemplo de clara discriminación que se está produciendo con la connivencia de las distintas autoridades en la cárcel de Tetuán. Allí lleva cumplidos dos años y es el único de los tres ocupantes de una embarcación detenida en aguas marroquíes que sigue privado de libertad. Un vecino de Ceuta, dueño del barco, y un francés ya han abandonado la cárcel sin abonar la multa exigida por Aduanas.
Una multa que asciende a 1,8 millones de euros, una cifra imposible para quien nada tiene. César, con una niña de corta edad a su cargo, es huérfano y carece de sustento económico como para afrontar siquiera una parte de esa sanción. Su historia ya fue narrada en El Faro de Ceuta el pasado diciembre. Era la historia de un joven que solo aspiraba a casarse con su novia marroquí, Sukaina, a la que fue a buscar en esa embarcación en la que, tras ser interceptada, nada ilegal se encontró.
César, sin ayudas y sin que nadie medie ante su crítica situación, comienza hoy una huelga de hambre. "No pienso comer hasta que esto se solucione", explica a El Faro, en una de las conversaciones telefónicas autorizadas desde la prisión de Tetuán. Sin haber cometido ningún delito, más allá de subirse a la embarcación para buscar a su novia, no solo ha tenido que pasar dos años entre rejas sino que ahora, cumplida la pena, no le permiten la salida si no abona un sanción millonaria imposible de asumir ni por él ni por los familiares que le han ayudado gastando en abogados que nada han conseguido.
Este preso español va a permanecer en esta situación mientras no se atienda su queja, mientras no se aclare el motivo por el que otros españoles como él o súbditos marroquíes sí obtienen ese perdón, mientras que él sigue batallando contra un muro y sumando días sin la libertad y sin poder ver a su hija o emprender una nueva vida junto a su novia, con la que aspira a casarse. "Me exigen el pago de una multa pero no tengo nada", implora César, quien pide que su caso sea revisado por el Fiscal del Rey en Tetuán para que se le aplique la misma vara de medir que a los otros dos detenidos junto a él o que a otros presos que han salido sin el abono de esa multa.
En esta historia, que ahora se tuerce de manera peligrosa porque la vida de César corre peligro al rechazar la alimentación, asoman muchas injusticias. En los últimos días, además de la liberación de los detenidos junto a él, se ha producido la orden de libertad de otro reo con mucha familia en Marruecos que tiene ya la nacionalidad española, y lo ha hecho sin haber abonado la multa de aduanas y tras obtener el apoyo en las gestiones por parte del consulado, algo que no sucede con César. Es decir, está habiendo una clara discriminación a la hora de abordar los expedientes de liberación sin una justificación clara.
¿Cómo salen españoles y marroquíes sin pagar multa y en el caso de este joven no? El caso es gravísimo y puede tener consecuencias peores, toda vez que César tiene claro que mantendrá su huelga de hambre hasta que alguien interceda en su caso y dé explicaciones de la injusticia que está viviendo.
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