La ciudad ha registrado este lunes una nueva jornada de intensa presión migratoria menos de una semana después del encuentro del presidente de la Ciudad con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y del viaje de Pedro Sánchez a Marruecos. Todo en orden, dijeron.
Esta vez el repunte de las entradas irregulares se produjo por el espigón norte de Benzú, al lado de Beliones, donde las demoliciones de viviendas iniciadas por las autoridades del Reino alauita en dominio público marítimo-terrestre han acrecentado, de acuerdo con los testimonios de los recién llegados, el afán sobre todo de hombres jóvenes por buscar fuera de su país un futuro mejor.
La jornada volvió a estar presidida por el silencio de la Administración General del Estado, competente en la materia, que supuestamente ya había resuelto con una llamada la aparente caída de brazos de Marruecos en su colaboración registrada a principios de febrero.
La ciudad no puede estar sometida sin ningún tipo de explicación oficial a este tipo de vaivenes ni quedar aparentemente expuesta a circunstancias como la llegada o no de un temporal que incite a los inmigrantes a arrojarse al mar poniendo en mayor peligro sus vidas supuestamente sabedores de que las Fuerzas de Seguridad del país vecino relajan su vigilancia.
La cooperación entre dos países socios y amigos como presumen ser y deben demostrar que son España y Marruecos tiene que estar por encima de cualquier discrepancia puntual y sobre esa base se edificó la “nueva etapa” abierta hace casi dos años en las relaciones bilaterales, que debe consolidarse y reforzarse a diario por ambas partes demostrando con hechos que las palabras no se las lleva el viento.