Una sepultura en el lugar que ha sido testigo de sus vidas. Es el deseo de los vecinos de Benzú, un anhelo que, de momento, no puede cumplirse. Los que piensan acerca de su futura muerte tienen esta inquietud. Los que dieron el último adiós a un familiar en el cementerio en Beliones observan desde la distancia la valla que separa Ceuta de Marruecos. Si quieren ir, tienen que hacerlo desde el Tarajal.
La única forma efectiva para acceder al recinto a día de hoy es desde el paso fronterizo. Una vez pisado territorio marroquí, hay que bordear el mapa hasta llegar a él. El camposanto es ya parte de la otra nación y lo rodea un muro metálico.
El Covid cerró a cal y canto la entrada desde esta localidad. Después de 5 años, la Delegación del Gobierno concedió a los afectados el pasado mes de julio una autorización para visitar a sus difuntos cada quince días. Solo pudieron ir en dos ocasiones. Después de la segunda, se les comunicó que no podían regresar “por la presión migratoria”.
La institución lo confirma y traslada a El Faro que se trata de una circunstancia “temporal”. Aún se desconoce hasta cuándo se mantendrá esta medida en activo. “Estoy muy agradecido porque han estado predispuestos a solucionarlo, pero las leyes están para acatarlas”, expresa Ahmed Mustafa, secretario general de la Asociación vecinal de Benzú.
Antes de la irrupción de la pandemia, la historia era diferente. Abrió sus puertas en 1975 y, desde ese año, llevar a cabo funerales, personarse en él y mantener los nichos, era más que viable. La limpieza, de hecho, era un acto completamente altruista del que se encargaban los vecinos tanto de las labores como a nivel financiero antes del cierre.
Los que quieran que se respete su voluntad de ser sepultados en este cementerio, tendrán un entierro internacional. Ello aumenta los costes del sepelio que pasa de una media de 200 euros a un gasto de 3.000, según los cálculos de este ceutí, unas cuentas en las que incluye también la documentación requerida a presentar.
Nadie hasta la fecha ha sido enterrado en él debido a esta cuestión. “Todavía no se ha dado ese caso que alguien de aquí muera y deje por escrito que lo llevemos allí”, especifica.
A Mustafa le gustaría el día de mañana descansar en paz cerca de su padre, que se encuentra en este espacio localizado en Beliones. “No creo que se vaya a dar esa posibilidad”, manifiesta.
El propio secretario afirma que, desde la asociación y con el consenso de los residentes, plantearon a las autoridades hace cinco meses la posibilidad de tener una parcela para destinarla a un nuevo camposanto y así solucionar esta problemática.
Actualmente se encuentran en conversaciones sobre ello. Son dos los terrenos los que han propuesto como alternativas a esta situación. “Es un asunto complicado, pero seguiremos luchando”, señala. Mustafa pasea en su coche y recorre un par de kilómetros más. Frena y muestra dónde estaría localizado ese futuro proyecto de hacerse realidad. Espera que, finalmente, pueda materializarse esta idea.
Los vecinos estos últimos años han dado sepultura a sus familiares en Sidi Embarek al ser una opción más económica y la más factible. “Este cementerio no contaba con la gente de aquí. Tiene otro aumento de personas de Benzú”, comenta. “Está colapsado. Por eso pedimos un solar para nosotros porque somos unos cinco mil”, detalla. “Nadie se quiere morir, pero desgraciadamente eso va a llegar”.
Estos motivos también le llevan a considerar que la elección más idónea es empezar de nuevo y tener un camposanto en otra zona dentro de la pedanía.
Mustafa contempla el horizonte. Hace fresco, las montañas se rigen y los muros que delimitan este lugar sacro se entremezclan con la frontera. Mira de lejos a su padre y espera que, en el futuro, pueda llevar a término su voluntad de permanecer junto a él. Un anhelo que no dista mucho de el de otros muchos otros.
Una de las áreas propuestas se encuentra cerca de la cantera. Esta sugerencia surgió hace cinco meses tras años sin poder visitar a sus difuntos ni darles sepultura.
Mustafa asegura que antes de formalizar esta petición lo consultó con todos los vecinos, a los que les pareció una buena idea. El secretario de la organización cree que, al igual que tienen de otros servicios, deberían recuperar de algún modo este espacio sagrado, aunque sea lejos de Beliones y en una zona completamente distinta.
El fin de la pandemia y de sus restricciones no dio paso a un cambio que revirtiera la situación. Esta circunstancia no solo la hicieron pública los residentes por redes sociales. Ya tuvo su eco en el año 2022 cuando, en una publicación de este periódico, se reproducía el escrito de uno de los afectados. Pedía volver al horario de apertura del cementerio para poder visitar a sus padres, su abuelo y su hermana. Aseguró que, por entonces, quien decidía ir desde Tarajal “echa todo el día para hacerlo entre colas y taxis teniendo una puerta delante de su casa”.
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