Se venía oliendo una apoteosis final tras Vengadores: InfinityWar, en la que todo quedó en vilo con media Humanidad volatilizada y los poderosos Vengadores que quedaban, dispuestos a plantar batalla a la desesperada. Esta es la última entrega de la saga del supergrupo más famoso del cómic, y también la definitiva, al menos tal y como lo conocíamos. Seguramente por lo grandioso del planteamiento y lo colosal de la puesta en escena con Marvel moviendo su maquinaria a todo trapo, debería haber supuesto un punto y final a la concepción de cine que propuso la compañía allá por el lejano 2008 con Iron Man, la primera cinta del sello.
La batalla final contra Thanos es mucho más que eso. Este proyecto gigante supone un premio gordo para aquellos que han (hemos) seguido el entramado tejido a la perfección entre películas, aportando un protagonismo coralísimo muy meritorio en lo referente a rodaje y montaje, con un reparto tan multitudinario, donde verdaderas estrellas del cine se prestan en algunos casos a realizar un humilde cameo que va mucho más allá de un buen sueldo o salir en una maxiproducción de este tipo: se trata de formar parte de la materia prima que cierra el enorme círculo.
Por supuesto, Marvel no se ha vuelto loca y las cintas de superhéroes seguirán siendo plato principal de las carteleras de cada año en el futuro inmediato, con confirmaciones como los derechos definitivos de Spider-Man, Los Cuatro Fantásticos o el universo mutante, pero esta película es el cierre con candado de una puerta y una era para dar paso a la apertura de otra. De ahí detalles como el sobrenombre de “Endgame” o el hecho de que para sorpresa de todo el mundo no haya escena tras los créditos finales, explicado por los propios creadores con el argumento de que era la primera vez que se hacía una historia sin tener en cuenta el futuro. Eso sí, no falta a la cina, no podía ser de otra manera, el recientemente fallecido Stan Lee en su cameo póstumo. Este y muchos otros guiños a los fans se mezclan con acción a borbotones, efectos impensables y el foco puesto en minutos, o en algunos casos, segundos, de gloria para muchos personajes cuyas tramas habían quedado en el aire y que demuestra que cada pieza ha tenido su relevancia para conformar el puzle final. No demasiado apta para corazones sentimentales, se recomienda el visionado con las energías que quizá pueden aportar a los más afortunados una posible siesta previa, un cubo de palomitas y ganas de pasarlo bien con la expectación que conlleva el capítulo final de algo que te ha construido muchos buenos recuerdos. ¡Excelsior!
Puntuación: 8