Cuando se habla de la población de Ceuta en los siglos XVII y XVIII, se menciona a veces la existencias de familias nobles a las que le estaban reservados los privilegios propios de la sociedad del antiguo régimen. Estas familias, se arraigaban de tal manera en la ciudad, que es imposible argumentar que Ceuta fuera exclusivamente un presidio, sino que, por el contrario, encontramos en sus comportamientos demográficos y en su estructura social, un remedo casi exacto de lo que ocurría en el resto de España.
Es bien cierto que las actividades militar y religiosa, eran en aquella época las que daban impulso a la ciudad. De los militares ya se ha hablado en muchas ocasiones. En cuanto respecta a la Iglesia de Ceuta, se han hecho trabajos muy importantes, tal como la aportación de Gómez Barceló a la obra sobre las diócesis españolas en la que hace mención a las de Sevilla, Huelva-Jérez, y Cádiz-Ceuta, o la de José Smolka (q.e.d.) en las Jornadas de Historia de Ceuta que organiza el Instituto de Estudios Ceutíes.
Pero la imbricación social del clero de Ceuta está aún por estudiar en profundidad. No pretendemos en el corto espacio de un artículo periodístico, divulgar tan espeso tema, pero sí dar algunas pinceladas sobre algunas familias en cuyo seno crecieron y se hicieron sacerdotes, aquellos jóvenes que, con el impulso del poder de su familia y el de su propio interés por escalar peldaños en su carrera eclesiástica, se integraron en cargos importantes en otras diócesis.
Podría ser que en Cádiz se encontraran más casos como estos a los que me voy a referir; pero, precisamente por su extrañeza, son interesante el de aquellos prelados nacidos en Ceuta y de familias arraigadas en la ciudad, que quisieron opositar a cargos y dignidades de la diócesis de Málaga, cuyos límites pastorales no acogía, como es obvio, a Ceuta.
En el Archivo Catedralicio de Málaga hemos encontrados documentación referente a cinco prelados relacionados con Ceuta y que aspiraban a canonjías o raciones en la Catedral de Málaga. De cuatro de ellos hemos podido leer el expediente de limpieza de sangre que era requisito imprescindible para ocupar cualquier cargo en la jerarquía eclesiástica. La documentación de uno de ellos lamentablemente no está disponible por encontrarse en fase de restauración. Por orden cronológico se trata de: Baltasar de Mendoza y Villalobos nacido en Ceuta y que aspira en 1705 a una canonjía en la catedral de Málaga; don Lorenzo Arraez de Mendoza es presentado para el mismo cargo y en la misma ciudad en 1706; don José Alejos de Medina que es nombrado para una ración vacante en la catedral malacitana en 1804 y don Joaquín Catani Sotomayor, oriundo de Sicilia y deán de la catedral de Ceuta en 1804, fecha en la que espera obtener una canonjía en la catedral de Málaga; El único expediente que no se ha podido consultar es el de don Manuel Pinto Sedeño, presentado a media ración de Música en la misma catedral.
Podría ser una hipótesis bastante acertada el hecho de que la causa por la que dichos prelados pretendieran ascender y salir de Ceuta, fuera la situación en la que se encontraba la sede episcopal ceutí en esos años. Como afirma Gómez Barceló la sucesión de la iglesia lusa a la española en 1640 provocó serios problemas económicos a la sede ceutí, problemas que continuaban en idéntica situación en los años 1705 y 1706 (Ceuta estaba entonces inmersa en un tenaz cerco puesto por Muley Ismail) que es cuando se producen los nombramientos de don Baltasar de Mendoza y de don Lorenzo Arraez de Mendoza. La fecha de 1804 también es significativa en lo que respecta a catástrofe demográfica, pero en esta ocasión, y en contra de lo argumentado con anterioridad, la situación se presenta difícil en Málaga, diezmada por la fiebre amarilla. Podríamos aventurar que esa alta mortalidad requería la recomposición del cabildo, así como la necesidad de más personas para atender las aflicciones espirituales que la epidemia causaba.
Los nombramientos de los cargos eclesiásticos incluyendo al propio obispo, correspondían a la corona, a través del Patronato Regio donado a los Reyes Católicos como recompensa por la expulsión definitiva del Islam de España. Pero en la práctica eran los propios cabildos los que convocaban los cargos y nombraban a aquellos que creían con mejores cualidades para ocuparlos. No por eso podemos dejar de pensar que el poder que las familias de los prelados tenían, no fuera también un factor determinante en estas nominaciones.
Así, y en los que hacen referencia a nacidos en Ceuta en el siglo XVIII, podemos decir que el nombramiento se hace por parte de fray Francisco de San José, obispo de Málaga, pero la investigación de la limpieza de sangre y, en definitiva, el plácet, corresponde a las autoridades ceutíes. En esto intervenía el poder de las familias nobles. Por ejemplo, don Baltasar de Mendoza y Villalobos, nacido en 1674, procedía de una arraigada familia que fundamentaba sus raíces en la Ceuta portuguesa. Sus padres eran don Diego de Mendoza y Villalobos, proveedor que fue de la Real Casa de la Misericordia durante más de 30 años, y su madre doña María de Freires y Mendoza, ambos naturales de la ciudad de Ceuta. Otros miembros de la familia de don Baltasar eran también nobles, como don Tomás de Mendoza, tío del prelado propuesto para la canonjía de Málaga, que ostentaba el hábito de caballero de Cristo. Su padrino de bautismo fue don Francisco Soares de Alarcón y Melos, segundo conde de Torres Vedras, familia nobiliaria portuguesa que tras la revuelta de los Braganza en 1640 decidió continuar a las órdenes de Felipe IV. En 1674 el conde de Torres Vedras, era gobernador de Ceuta según nos cuenta el libro de Lucas Caro. Sus abuelos paternos también eran naturales de Ceuta, con lo que tenemos tres generaciones de ceutíes en esta familia, desmontando este dato cualquier afirmación de población flotante que se le ha querido dar a la de Ceuta en los siglos post-portugueses.
El caso de don Lorenzo Arraez de Mendoza es parecido. Nació en 1664 y fue bautizado el día 3 de noviembre en la iglesia de los Remedios. Canónigo de la Catedral de Ceuta y albacea de su padre. Sus apellidos denotan la ascendencia portuguesa. Era hijo de don Antonio Arraez de Mendoza nacido en Ceuta en 1635 y fallecido en la misma ciudad el 27 de noviembre de 1690. Don Antonio ostentó, según Ricardo Serrador y Añino, el cargo de almotacén, caballero profeso de la Orden de Cristo y hermano de la Cofradía del Santísimo Sacramente. Su madre fue doña Violante Arraez de Mendoza, nacida también en Ceuta y fallecida el 26 de junio de 1694 en la misma ciudad. Sus restos reposaron en el convento de la Santísima Trinidad. El hecho de que tanto sus hermanas Branca de Mendoza Arraez, como Juana Arraez de Mendoza (los apellidos en esta época de transición hacía la Ceuta española, se intercambiaban con cierta frecuencia), fueran las herederas a un tercio respectivamente de los bienes de don Antonio y doña Violante, quizás fuera la causa de que don Lorenzo decidiera tomar los hábitos y encauzar su futuro por la carrera eclesiástica.
Las raíces de Lorenzo Arraez siguen profundizándose en Ceuta, pues sus abuelos, tanto paternos como maternos eran naturales de esta ciudad, nacidos entre 1585 y 1590. Su abuelo paterno era Lorenzo Arraez de Mendoza, que a decir de Jorge Forjaz, había nacido en 1610, pero que en el expediente que obra en el Archivo Catedralicio de Málaga sitúa su bautizo el 14 de agosto de 1588. Era Comendador de la Orden de Cristo. Su abuela paterna era doña Juana Arraez, bautizada en Los Remedios el 7 de abril de 1590 y fallecida en la misma ciudad de Ceuta el 10 de julio de 1659. La ascendencia del prelado Lorenzo Arraez, pretendiente a la canonjía de Málaga, se eleva hasta la conquista de Ceuta por los portugueses, pues un antepasado suyo, don Alfonso Furtado de Mendoza, participo, según Jorge Forjaz, en la ocupación de la ciudad en 1415.
Don José Alejos de Medina era también natural de Ceuta, aunque su nacimiento fue muy posterior al de los dos prelados citados anteriormente. Fue bautizado en la iglesia de Los Remedios el día 16 de septiembre de 1757. En este caso la aportación de población procedente de la Península hace que sus ascendientes no sean tan abrumadoramente ceutíes, y prácticamente solo podemos anotar la existencia de una generación de ceutíes en esta familia, la de sus padres, no así la de sus abuelos. Su padre era don Lorenzo de Alejos de Medina y su madre doña Francisca de Medina, ambos nacidos en Ceuta en 1732 y 1736 respectivamente. Pero en el caso de los abuelos, sólo uno de sus miembros, la abuela materna doña Paula María Lucena, era de Ceuta. Los demás reparten su procedencia entre Zarra, en la provincia de Valencia, Cerdeña y Málaga.
Finalmente don Joaquín Catani Sotomayor no nació en Ceuta, sino que era de familia militar, oriunda de Sicilia, Badajoz, Cádiz y de la Isla de Mallorca. Era hijo de Alberto Catani natural de Sicilia y de doña María Carballo de Badajoz. Sus abuelos paternos procedían de Palma de Mallorca y de Milán. Nació el día 7 del mes de Noviembre de 1742 y fue bautizado en la catedral de Cádiz el 21 de Noviembre. Desempeñó el cargo de Deán de la Santa Iglesia Catedral de Ceuta en 1804, fecha en la que solicitó su inclusión en el cabildo catedralicio de Málaga, como canónigo.
No es necesario añadir que, con estos ingredientes sociales, las comisiones de Limpieza de Sangre reflejada en los expedientes que hemos consultado dieran a todos los nombrados para cargos en las sedes vacantes de Málaga, el visto bueno, como cristianos viejos, honorables y virtuosos.