Queremos saber, y cuando queremos saber tenemos que preguntar. Las preguntas no pueden ofender a nadie, no son capciosas ni maliciosas. Evitar las respuestas, irse por los cerros de Úbeda o salirse por la tangente queda poco elegante.
"No hay preguntas indiscretas, las indiscretas son las respuestas".
Cierto es que hay cuestiones que no vienen al caso o que ofenden al que tiene que contestarlas.
Sócrates, para estos menesteres, era todo un maestro de la dialéctica. Su ironía provocaba en el interlocutor que reflexionara antes de contestar.
Yo, que soy un anciano y he perdido el miedo he decidido hacerme el loco y preguntar a diestro y siniestro, sin temor a las represalias, sin esperar caer bien o mal.
Preguntar y analizar la respuesta es todo un arte del pensamiento crítico.
Eso sí: educación, decoro, respeto y arrojo. No vale el insulto, intentar dejar en ridículo al cuestionado o las malas artes de los torticeros que quieren lucirse preguntando y dando la respuesta al mismo tiempo.
Ahí van algunas.
¿Por qué en la plazoleta de Pepe Remigio se juega al fútbol a tiro limpio y pegando balonazos sin que el Ayuntamiento intervenga?
¿Qué razones llevará alguien para no recoger la caca de su perra? ¿No lo haría si la Inteligencia Artificial con un aparato supiera quién es y le cascara una multa?
¿Por qué el Ayuntamiento ha contratado alguna vez empresas pirata que no paga a sus trabajadores, como pasó con Hércules?
¿Por qué hay tantos gatos descontrolados si el Ayuntamiento es el responsable?
¿Por qué no se controlan los alquileres ilegales en los que no te puedes empadronar y tienes que pagar en negro?
¿Qué responsabilidad tienen las empresas que pusieron el suelo resbaladizo de las calles?
¿Por qué el Ayuntamiento ha permitido tanto enchufismo? ¿Algún responsable?
¿Por qué no se investiga quién deja escombros en las calles?
¿Por qué hay barrios que se cuidan más que otros por el servicio de limpieza?
¿Por qué no se puede pagar con tarjeta de crédito en los autobuses municipales?
¿Por qué haces una pregunta a cualquier departamento del Ayuntamiento y no te suelen contestar?
¿Por qué se hace la vista gorda a construcciones ilegales?
¿Por qué la administración educativa hace obras en un instituto o colegio cuando ya ha comenzado el curso?
¿Por qué hay trabajadores que no cobran el plus de residencia?
¿Por qué se quitaban las multas municipales si tenías un amigacho en el Ayuntamiento que pudiera hacerlo?
¿Por qué hay vertederos en Ceuta completamente descontrolados?
¿Por qué el Ayuntamiento se gastó 45.000 euros en el tema de los influencers (entre ellos el pequeño Nicolás que terminó insultando a Fatima Hamed)?
¿Por qué el hospital viejo está que se cae y no hay un proyecto?
¿Por qué el Hospital Militar se pasean los fantasmas porque ya no quedan enfermos?
¿Por qué hay que pedirle permiso a la Delegación del Gobierno para comprarse una casa en Ceuta?
¿Por qué no se dan explicaciones claras sobre lo que está pasando en el CETI con los trabajadores enfrentados a la dirección?
Estas preguntas son un ejemplo de lo que deberíamos hacer cuando tengamos dudas sobre algo. El no contestarlas por los responsables es dar una respuesta clara. No olvidemos que somos ciudadanos y no súbditos. El derecho a la información es un pilar de nuestra constitución.