Después de ocho sesiones de quimioterapia, mi médico dijo que era el momento de acudir a la clínica de radioterapia de Algeciras con la que el Ingesa tiene el convenio, o como se llame el acuerdo por el que se atienden a los enfermos de Ceuta en el campo de Gibraltar.
Para ello, hay que acudir a ‘Evacuaciones’ en el hospital. Te explican, que en caso de necesitar radioterapia existen dos opciones: viajar cada día a Algeciras o quedarte en la vivienda que pone a disposición de los enfermos la Asociación Española Contra el Cáncer. Para esta opción, necesitas estar acompañado de una persona, familiar o amigo, ya que los enfermos no se pueden quedar solos allí. (Todo esto que cuento, es desde mi propia vivencia. Quizás otras personas con otros casos han recibido información diferente por su propio caso o por otras cuestiones. Solo hablo desde lo que YO conozco, o de lo que se me informó en MI caso concreto. ) En ‘Evacuaciones’ me explicaron que los billetes de barco y los taxis hasta la clínica (está a cinco minutos del puerto) los tenía que pagar yo y que después tenía que semanal, quincenal o mensualmente, pasar por la dirección del Ingesa, para presentar los billetes y recibos para que se me devolviera lo gastado. Y que esto último, solía tardar, en ocasiones incluso meses. Salí de ‘Evacuaciones’ haciendo cálculos. La opción de quedarme en Algeciras era imposible por mis circunstancias personales. Así que tendría que optar por ir y venir en el día. Si eran 15 sesiones de radio, calculaba: 30 euros por billete de barco más 8 euros de taxi de ida y vuelta= 570 euros. Si eran 20 sesiones= 760 euros. Si eran 25= 950 euros. Pues, qué guay, ¿no? Con que fueran solo 15 sesiones ya me iba a gastar casi 600 euros. Tengo un sueldo normalito y me iba a partir en dos el tener que pagar los viajes. Y yo ¡tengo un sueldo! ¿cómo lo hacen las personas que no lo tienen? Una vez dados mis datos, en ‘Evacuaciones’ me explicaron que ya sería la clínica la que se pondría en contacto conmigo para darme el día y la hora en el que acudir. Me llamaron ese mismo día, y me concertaron una cita a la semana siguiente. Todo bien. Pero no dejaba de pensar en el dinero. Y me daba mucho coraje, jo**er, que necesite un tratamiento para una enfermedad tan grave y tenga que estar pensando en el dinero… A los dos o tres días, hablando con un amigo que conoce muy de cerca estas cuestiones, me explicó que existe otra posibilidad, la de acudir a tu centro de Salud, al trabajador social (creo recordar que era trabajador social el puesto, no lo recuerdo bien) y que cuando supiera las sesiones que me tenía que dar, que acudiera y se encargaban de gestionar los billetes ellos por adelantado. O sea, que NO me tenía que preocupar por el dinero. ¿Por qué no se me dio esa opción en ‘Evacuaciones’? No sé, espero que solo fuera un despiste involuntario. Con una preocupación menos, acudí un lunes a la clínica en Algeciras. Como he dicho al principio, llevaba en mi cuerpo ya 8 sesiones de quimioterapia, y aunque no me puedo quejar por los efectos secundarios que he tenido, que casi no me han impedido acudir a trabajar salvo en contadas excepciones, al terminar el tratamiento estaba muyyy cansada física y mentalmente. Tras esa última sesión estuve de la baja laboral, porque mi cuerpo estaba agotado. Y con ese agotamiento en el cuerpo, acudí al puerto de Ceuta para embarcarme rumbo a Algeciras. Desde el control de la Policía hasta el atraque del barco, que casualmente era en el último atraque –justamente-, se me hizo eterno. Ese pasillo, sin maletas siquiera, se me hizo interminable. Me monté en el barco, y siendo abril, tuve la ‘suerte’ de que fuera levante. Una hora de travesía, con la cabeza dando vueltas por lo que me fueran a decir en la clínica, a lo que se sumaban las vueltas que me daba el estómago por el dichoso levante. Cuando salí del barco, se me caían las lágrimas pensando en que iba a tener que hacer lo mismo 15, 20, 25 veces… Y con los lagrimones levanté la vista y ¿qué vi? El puñetero pasillo desde el atraque hasta el control de aduanas…. Salí de las primeras y solo veía que cada vez estaba más lejos de las personas que habían venido conmigo en el barco hasta quedarme completamente sola en el pasillo. Si el de Ceuta me pareció eterno, este era insoportablemente eterno. Cuando llegué abajo, ya no estaba ni la Guardia Civil en el control. Llegué hasta los bancos que hay en la puerta y me senté unos minutos. Me habría echado la siesta allí mismo, pero tenía que estar a una hora en concreto en la clínica, así que respiré hondo y cogí un taxi. El taxista fue muy amable, y cuando le dije el destino ya sabía que me tenía que preparar el recibo. Cuando llegué a la clínica, agradecí los sofás comodísimos que tenían en la entrada para esperar el turno. Mientras esperaba, escuché a dos familiares de enfermos que pedían que le dieran la sesión cuanto antes para poder coger el barco de vuelta a Ceuta pronto, porque si no, llegaban a casa mucho después de la hora de la comida. Y la mujer que les atendió, muy cariñosamente, les explicaba que a todos los de Ceuta les pasa lo mismo, pero que no pueden recibir la sesión todos a la misma hora, así que tenían que esperar su turno, como todos. Llegó mi hora y me atendió una doctora. Tras revisar mi informe y reconocerme, me explicó que dado mi caso y el tratamiento recibido, NO era necesaria la radioterapia. Aun así, estudiaría mi caso con sus otros compañeros y me confirmarían si era la decisión definitiva. Me llamarían en unos días para comunicármelo. (A la semana. así me lo confirmaron). Salí de la consulta en ese momento como si flotara… NO tenía que recibir radio, no tenía que pasar por un tratamiento también duro como la quimio, no tenía que pensar en cómo pagar o no pagar billetes de barco, no tenía que coger el barco 15, 20, 25 días seguidos (descansando los sábados y domingos, pero seguidos)… Qué alegría más grande. Llovía cuando salí de allí y un taxista también muy amable me llevó a la estación marítima. Me dijo que me haría el recibo al llegar, pero le dije que no era necesario. Si no tenía que recibir radio, no tenía que presentar recibos a nadie. Qué alegría. Afronté el eterno pasillo hasta el atraque con el mismo cansancio en el cuerpo, pero con lágrimas de alegría esta vez. Seguía siendo levante, en la travesía las azafatas y los azafatos repartieron bolsas, por si acaso… se movió muchísimo, parecía aquello una atracción de feria en vez de un barco. Pero al mareo y malestar físico, esta vez no se sumaba la preocupación de pensar en tener que vivir esa experiencia TODOS los días hasta acabar con el tratamiento. Pero no podía dejar de pensar en la cantidad de personas que sí tienen que pasar por ello. Personas más mayores o más jóvenes que yo, en mejores o peores condiciones físicas que yo, con mejores o peores condiciones económicas que yo… me parecía algo superinjusto. Una enfermedad tan dura para muchas personas, que a la dificultad de afrontarla y a las debilidades que producen algunos tratamientos, tengan además que pasar por esto… todos los días… ¿por qué? ¿Por qué no hay radioterapia en Ceuta? ¿Por cuestiones económicas relacionadas con el número de habitantes? ¿Qué otras razones puede haber? Sinceramente: NO ME IMPORTAN. Cualquier razón que se dé para justificar que no haya radioterapia está vacía. Los pacientes NO son números, no son estadísticas. Son PERSONAS. Y personas que están pasando, seguramente, por una de las etapas más difíciles de sus vidas, por no decir la más difícil. Personas que necesitan de un poco de empatía de sus dirigentes, para que, poniéndose en sus zapatos o en su piel, sepan que por muy cerca que parezca Algeciras a una persona sana o a un burócrata en su despacho, los pocos kilómetros que nos separan son insufribles para una persona enferma… y no enferma de otitis o reuma, sino de cáncer. Un poco de sensibilidad, un poco de empatía, un poco de respeto hacia estas personas. Y seguro que encontramos entre todos una solución para que un convenio con una clínica en Algeciras no sea la única posibilidad para un enfermo de Ceuta.
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