Muchos de los capataces de hoy aplican las formas aprendidas en sus tiempos de costalero (expresiones, forma de igualar, manera de hacer la ropa, ensayos, etc), otros aún no han dejado la costalería y emplean todo aquello que siguen aprendiendo, sin renunciar a sus formas (cada uno tiene un carácter y una personalidad) pero sin dejar de avanzar por el bien de su cuadrilla. Los antiguos suelen ser menos receptivos (no siempre) y rechazan las ayudas de la gente más joven, dudando o temiendo de ese potencial.
Sería interminable señalar y marcar las formas de trabajar de cada uno de los estilos que he visto, pero como en todas las facetas de la vida nunca se deja de aprender y descubrir estilos nuevos.
Las técnicas de trabajo pasan a un segundo plano cuando encuentras gente que ya las tienen claras (o al menos tienen ciertas nociones). Las motivaciones son comunes y el objetivo a alcanzar el mismo, buscar una cuadrilla de amigos que sumen sus experiencias con el fin de ser los pies del Señor y de su Bendita Madre de una forma anónima pero comprometida. Para llegar a tener un grupo así es fundamental ser uno más y compartir algo más que una hora de ensayo. Aunque parezca mentira los métodos de hacer “piña” actuales son calcados a los que se utilizaban con los profesionales, los sitios de “reunión” son el lugar perfecto para socializar e integrar todos aquellos que conforman una cuadrilla. "El Colmo", "El Portela", "Silva" ó "La Moneda" eran ejemplos de sitios de “reunión” en Sevilla, y hoy en otras ciudades y en otros lugares con distintos nombres se sigue llegando a la gente de abajo de la misma forma. Sin teléfonos, sin buscar a la gente desesperadamente, los costaleros acuden buscando una misma forma de interpretar la pasión por el oficio. La convivencia y el trato marcan el carácter de una cuadrilla, siendo un ensayo una excusa perfecta para compartir y aportar, creando y forjando el alma del grupo por encima de todo.
El andar llegará sólo porque la idea de todos es la misma, las exigencias serán las que tengan que ser y nada cambiará el concepto. Este es el prototipo de cuadrilla que marca y deja huella, perdurando en el tiempo porque ese espíritu no es efímero para un día o una salida procesional, esa actitud será el sello de identidad allá donde vaya.
Así he visto crecer a muchas cuadrillas, alimentándose de la humildad, el gusto por el trabajo, la convivencia y por encima de todo “Cuadrilla de Amigos”.