No puede más, no tienen ni para comer. Los vecinos marroquíes de Castillejos están, literalmente, muriendo de hambre desde que se cerró la puerta de Ceuta, como ellos llaman a la
frontera del Tarajal. El reino de
Mohamed VI no ha dado apoyos a los afectados, y sin trabajo no pueden pagar alquileres ni mantener a sus familias. De la noche a la mañana, el coronavirus eliminó todos los puestos de trabajo que generaba tanto el paso fronterizo en sí como la posibilidad de entrar en la ciudad. Se hundieron los porteadores, los comerciantes, las trabajadoras del hogar, los que acudían a oficios de carpinteros, pintores, fontaneros… los tradicionales chapuzas. La frontera se cerró para todos ellos y cortó de cuajo el ingreso económico que percibían. Algunos, pero los menos, están todavía siendo ayudados por las familias españolas que los tenían contratados, pero la gran mayoría no tiene nada de ingreso económico para subsistir. Por eso este viernes han salido a la calle pidiendo ayuda, pidiendo una alternativa, reclamando que se abra la frontera y que puedan salir adelante, que puedan subsistir.
En Nador ha pasado lo mismo, reclamando ayudas. En el caso de Castillejos ha intervenido la Policía ya que no dejaba que se organizara una manifestación, en plena pandemia aunque la misma naciera de una protesta social basada en el hartazgo. Precisamente la falta de trabajo y de dinero ha llevado a que mucha población del norte de Marruecos huya, engordando la inmigración y también las desgracias ya que muchos jóvenes han desaparecido ya en el mar. Castillejos se muere de hambre, sin ayudas, sin noticias y sin expectativas. Castillejos se muere arrastrando a hombres y mujeres que trabajaban en Ceuta y que mantenían lazos de sentimientos y afecto con quienes les contrataban. Todo eso se va perdiendo, en el caso de las amas de casa más de la mitad ha sido ya dada de baja en la Seguridad Social.