Asesinato, actuación delictiva contra la integridad moral y detención ilegal con posibles agravantes de alevosía y premeditación. A ojos de la magistrada titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Ceuta constan indicios bastantes para presumir la existencia de estos tres delitos en la investigación seguida para esclarecer el crimen de Mohamed Alí.
El cruel relato previo a su asesinato ya fue publicado por El Faro de Ceuta, esa relación de escenas son precisamente las que se recogen en los fundamentos del auto que ha dictado su señoría para ratificar la prisión provisional del investigado Enrique L.A., quien se encuentra en un centro peninsular.
La medida privativa de libertad comunicada y sin fianza ya había sido acordada por el Juzgado número 1, en funciones de guardia, siendo ahora ratificada por el juzgado que lleva la instrucción.
Según los indicios que hasta el momento se manejan, Enrique L.A., mayor de edad, participó junto a Soraya M. y Ahmed A. –ambos internos en el centro de reforma de Punta Blanca durante un periodo inicial de 6 meses- en el crimen de Mohamed Alí cuando aún era menor de edad. Los tres decían ser amigos del adolescente, que contaba con 17 años.
Pero es más, no solo entre los tres planificaron esa emboscada sino que además solo un día más tarde volvieron al lugar del crimen para barajar la práctica de un incendio para así hacer desaparecer los restos del joven.
Es decir, los tres sabían perfectamente que lo habían matado y valoraron hacer desaparecer el cuerpo, a sangre fría.
Durante un año estuvieron callados, sin mostrar arrepentimiento o confesión. Fue gracias a las manifestaciones de dos testigos y al hecho de que la UDYCO mantenía activa la investigación como se ha podido desbloquearla para ejecutar los arrestos.
Esa confesión de dos testigos y las manifestaciones que constaban en el atestado policial han sido determinantes para poder esclarecer el hecho delictivo que se investiga así como su posible autoría.
Ninguno de los presuntos responsables del crimen fueron voluntariamente a la Policía para poder aclarar lo ocurrido o confesar los hechos. Entre los tres maquinaron el crimen, la emboscada y las lesiones, usando un bate de béisbol y un palo de cuya existencia eran todos conocedores.
Se habían puesto de acuerdo de forma premeditada a fin de apoderarse de unos vídeos comprometidos que poseía el fallecido. Lo iban a hacer de la forma que fuere, incluso acabando con la vida del adolescente.
De acuerdo con las investigaciones realizadas por la UDYCO de la Policía Nacional, la víctima disponía en su teléfono móvil de fotografías y vídeos que el menor Ahmed A. quería que fueran eliminados para que su familia no supiera de su existencia al ser de carácter íntimo.
Con esa pretensión los tres urdieron un plan para convencer a Mohamed Alí, hacerle subir al coche que conducía Enrique L.A. y dirigirse los cuatro a la zona del Monte de la Tortuga.
Allí se produjo una discusión protagonizada por los internos en Punta Blanca y la víctima sucediéndose las primeras lesiones. Según las investigaciones de la Policía, que ya fueron narradas por El Faro, trasladados a García Aldave, el adolescente quiso escapar pero Ahmed A. le golpeó con un bate de béisbol con el que le causó la muerte. No pudo huir porque Enrique L.A. le acorraló con su coche impidiendo así la escapada.
Ese bate fue recuperado por la UDYCO así como se intervinieron dos vehículos, el Seat León empleado en ese trayecto y un Mercedes propiedad de un familiar directo de E.L.A.
Considera la magistrada que existen indicios suficientes para mantener la medida de prisión para este adulto ya que conocía el plan con el que se tendió la emboscada a Mohamed Alí y además empleó su coche para trasladarlo al monte en donde ocurrió el crimen.
Es decir, fue un cooperador necesario para la comisión de esta agresión. A ojos de la magistrada constan indicios bastantes para presumir la existencia de un delito de asesinato, otra contra la integridad moral y uno de detención ilegal con posibles agravantes de alevosía y premeditación.
Mohamed Alí había quedado con su madre el 13 de enero de 2022 pero nunca apareció. En su caso quedó documentación personal y tarjetas, así que era evidente que no podía fugarse ni era esa su intención.
Al poco de su desaparición los ahora detenidos declararon en la Policía pero insistiendo en la coartada de que la víctima no había acudido a una cita. Era mentira. Ya la propia víctima había indicado en mensajes por Instagram que tenía recelos de Soraya llegando a indicar que se olía algo raro y que avisaría si algo sucedía.
“Voy a avisar por si me pasa algo, me está oliendo algo raro esto. Te lo juro que si me haces una trampa no te voy a perdonar en la vida”, escribió el joven.
Los estudios de las antenas de telefonía que hizo la Policía confirmaron que estuvieron juntos, siendo incierto por tanto que Mohamed Alí no había acudido a esa cita en el monte. También vinieron a confirmar que el chico siempre se quedó en Ceuta, porque no se evidenció que hubiera salido a la Península ni por aire ni por mar.
Los indicios acumulados revelan que los tres investigados estaban de acuerdo en apoderarse de los vídeos comprometedores almacenados en el terminal de telefonía móvil de Mohamed de cualquier forma, incluso acabando con su vida, que fue lo que finalmente sucedió.
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