El ambicioso plan de Marlaska para blindar la
valla de Ceuta parece haberse truncado. Aquel anuncio con el que el ministro iba a convertir el perímetro con
Marruecos en una especie de fortaleza a base de peines invertidos, tubos y hasta 10 metros de altura se ha quedado a medio gas. El objetivo era retirar las concertinas, las mismas que puso el PSOE, para ganar en imagen ante los medios de comunicación de cara a las entradas masivas de inmigrantes mientras por la puerta trasera se potenciaban las devoluciones en caliente y a gran escala. Los alambres se quitaron, pero no se ha completado la obra que ya, prácticamente, se da por finalizada. Y se da habiéndose coronado la valla de peines invertidos y solo una pequeña parte con los tubos y mayor altura, bien lejos del proyecto que se presentó y que incluía estos últimos elementos en todos los tramos de los más de 8 kilómetros.
Con lo que no contaba el ministro de Interior es con el particular terreno que soporta esta estructura y que ya ha sido testigo de más de un derrumbe de valla. Esto ha llevado a que, por el momento, Interior descarta la colocación de tubos en todo la zona porque no aguanta el anclaje del vallado. Lo único que se baraja, siempre y cuando haya dinero, es ubicar más peines invertidos en la parte interior.
Así, años después de anunciarse a bombo y platillo la nueva valla, de estudiarse alternativas a las concertinas, de emitirse cuantiosos informes para conocer las consecuencias de retirarlas, hoy tenemos una arquitectura de seguridad bien alejada de todo aquello y desvestida porque no es ni lo que había antes ni lo que se pretendía que fuera.
Las consecuencias las ven los guardias civiles a diario: en 15 segundos un inmigrante salta la doble valla, cuando antes ese tiempo se cifró en 2 ó 3 minutos. Siempre se hace por la zona de peines invertidos -casi todo el perímetro-, ya que por donde están ubicados los tubos, que es en la zona Alfa, no se producen aproximaciones ya que resulta una infraestructura imposible de franquear.
Además persiste un sistema interno que no funciona como debe porque las activaciones de los sensores se producen con retraso.
Algo que ya denunció la Asociación Española de la Guardia Civil -AEGC- sin que Interior haya hecho algo por resolver la situación.
El Ministerio mantiene contratos con empresas para que revisen y mantengan un vallado que presenta muchos fallos
Hay puntos en los que ni siquiera funcionan los sensores como debieran por lo que resulta inviable que opere de manera adecuada ese sistema de aviso y reacción. Se ubicaron sensores de proximidad capaces de detectar cualquier acercamiento a tres metros que ya no funcionan. El entuerto de empresas que se encargaron de la remodelación fronteriza ha provocado que nadie se haga responsable de su arreglo.
Tal y como denunció
AEGC a este periódico, desde la obra de retirada de las concertinas se dañó el sistema de sensores cuya activación se produce tarde lo que incide directamente en la detección de esas entradas. Cuando la alarma salta y se localiza el punto por donde están accediendo estas personas ya es tarde porque han superado la primera de las vallas y ya están sorteando la segunda. Esto se refleja en un aumento de las entradas de subsaharianos por esta vía. El trasteo efectuado por la empresa encargada de la retirada de las concertinas y la colocación de peines invertidos y tubos ha dañado el sistema de activación de los sensores, afectado por un retraso clarísimo ya que no salta en el momento en que el inmigrante toca la primera de las vallas.
Los últimos intentos de entrada formados por grupos numerosos se produjeron hace semanas por Beliones. Son aproximaciones a la desesperada y que son detectadas rápidamente por las cámaras, además de por las fuerzas marroquíes por esto no obtienen el éxito buscado. Pero esas son las que trascienden mediáticamente. Hay otras, las conocidas como goteo, que se dan a diario y que no copan siquiera una línea en los medios de comunicación que no prestan atención a cifras minoritarias, aunque se produzcan de manera constante.
Grupos de 3 a 5 personas consiguen más éxito en el pase que cientos de ellos. Y esto se conoce, de ahí que el goteo aleatorio y de manera aislada se produzca casi a diario.
No son solo subsaharianos, los marroquíes, que ven cómo la vía marítima se antoja complicada y comprueban la peligrosidad de la misma, también saltan la valla o al menos lo intentan para cruzar a Ceuta o, en otros casos, para salir a Marruecos.
El propio Ministerio de Interior mantiene contratos con la empresa responsable de la obra y del mantenimiento de la valla que, a todas luces, no se está ejerciendo como debiera. Y no es siquiera una cuestión de la que sea responsable la Guardia Civil, sino que debe ser revisada por un Ministerio que optó por vender la política de control de Ceuta sin que, a pie de vallado, la misma sea lo efectiva que dicen.