Opinión

Los pilares de la filosofía occidental

Escribo hoy sobre Tales de Mileto, reputado como gran filósofo de su tiempo, sin que yo sepa nada de Filosofía. Se le tiene por un eximio y erudito intelectual griego, nacido en el siglo V, a. de C. Dominaba nada más y nada menos que hasta cinco grandes ramas de la ciencia y del saber: Filosofía, Matemáticas, Geometría, Física y Legislación. Y, ante la imagen curricular de tan fenomenal talento, hay que descubrirse. A mí, me impactan mucho las personas que tanto saben. Todos los días procuro aprender algo de los demás, aunque ya Séneca decía que "quienes enseñan, también aprenden". Y Sócrates, que fue el más sabio de todos los sabios, aseveró aquello de: "sólo sé que no sé nada". Pues, siendo yo persona tan corriente, no podía estar sino en este último grupo.

Entre los sabios griegos, destacaba Sócrates, que era el más grande de los filósofos; fue maestro de Platón, y éste, a su vez, maestro de Aristóteles. Los tres representan la antigua filosofía griega. Pero, por mi parte, ni soy filósofo ni conozco a fondo la vida y obra de estos tres fenómenos intelectuales que, incluso en el supuesto de que los hubiese estudiado a fondo, nunca habría tenido talla para codearme con ellos, porque seguro que no les hubiera llegado ni a la suela de los zapatos; vaya, es que, ni los podría ver mirando hacia arriba su gran altura, a menos que midiera la talla que no tengo con el metro que Napoleón Bonaparte media la suya. Tenía el hombre tanto complejo de bajito, que ansiaba poder solucionar su problema, ideando, por si colaba, que: "la talla de los grandes hombres no se mide de los pies a la cabeza, sino desde la cabeza al cielo". Y menudo gigante se hizo nada más haber pronunciado tal frase, cuya talla le fue luego tan achicada por nuestros héroes españoles del Dos de Mayo.

Grecia tuvo en el pasado los mejores filósofos. Su tradición cita a Tales a la cabeza de los siete sabios de Grecia en el siguiente orden: Tales de Mileto, Solón de Atenas, Bías de Priene, Pítaco de Mitilene, Cleobulo de Lindos, Quilón de Esparta y Periandro de Corinto. Todos fueron filósofos de relevante prestigio reconocido; pero el más grande de todos fue el ateniense Solón, jurista y poeta, que nos dejó textos extensos archivados de sus obras; pero del resto, apenas conocemos un puñado de sentencias.

No sólo los grandes filósofos saben mucho, por aquello que suele decirse, de que, "el saber no ocupa lugar", porque, aun siendo cierto que en la mayoría de los casos quienes más saben y más formados están, normalmente, también suelen ocupar los mejores puestos, no siempre sucede así, porque hay quienes aterrizan en paracaídas directamente en puestos de "altos cargos" sin antes haber pasado por una oposición, conforme a los principios constitucionales de mérito y capacidad, bastándose con su mero "carnet de afiliado", con el que, luego, se ven tan sobrados para mandar y dirigir sobre muy cualificados profesionales que las han ganado a pulso, por ellos mismos.

Quienes de verdad más saben, dicen que, el saber, la cultura y la formación integral de las personas, es uno de los mayores bienes que los seres racionales pueden tener. Nos lo dijo muy claro Santo Tomás de Aquino, no por ser santo, sino por ser conocido por "El sabio doctor angélico", quien afirmó: "Entre todos los trabajos de las personas, el estudio de la sabiduría es el más perfecto, el más sublime, el más útil y el más agradable".

En mi caso, que desempeñé puestos de dirección y responsabilidad provinciales, regionales y de Presidente de dos Tribunales Económico-Administrativos, a pesar de mis orígenes modestos, pues resulta que, hasta los 14 años, asistí a las escuelas públicas, que entonces sólo enseñaban las llamadas "cuatro reglas elementales": sumar, restar, multiplicar y dividir, con las que no se iba a ninguna parte. Ni siquiera se expedía entonces en los pueblos el actual Certificado de Estudios Primarios, que tampoco yo llegué a poseer. Por eso, con 18 años y las primeras 300 pesetas que trabajando gané, pues, a pesar de que tanto las necesitaba para otros fines más perentorios, lo primero que hice fue salir corriendo a gastármelas todas de una vez en la matrícula, libros y material para cursar el Bachiller. Con ello, me concedí a mí mismo la gran alegría de darme la oportunidad de estudiarlo, que antes nunca había podido.

Alternando trabajo y estudios, y teniéndome que seguir costeándome todo, después, finalicé las dos carreras de Graduado Social y de Derecho, con numerosos esfuerzos y sacrificios. Pero, a medida que fui poseyendo tales títulos académicos, pude ir presentándome hasta a cinco oposiciones como funcionario del Estado, aprobadas todas al primer intento. Del Grupo funcionarial "D", superé dos oposiciones y, luego, a los Grupos: "C", "B" y "A-1".

Lo anterior, no lo digo ni por presunción ni por vanidad, sino como ejemplo de las muchas puertas que a todas las personas se les pueden abrir en la vida cuando se trabaja y se estudia con corazón, cabeza y responsabilidad. Y, en eso, por mí mismo puedo aseverar que, la cultura y el saber rompen barreras, derriban obstáculos, eliminan diferencias sociales, ponen más cerca ilusiones y anhelos de las personas y hasta hacen a la persona, más "persona" todavía; aunque nunca tuve ni afán de ser ni apetencias de tener, pero lo que sí tuve fue noble afán de superación.

Y bien, con esta más que breve introducción, he tratado de poner de manifiesto lo importante que en la vida son la cultura y el saber; pero, ahora ya, retomo, a Tales de Mileto, como auténtico protagonista que es en este artículo, pero no yo, que soy una persona normal y corriente. Él, nació, vivió y murió en Mileto, ciudad griega de la costa Jonia (hoy en Turquía). Aristóteles lo consideró iniciador de la escuela de Mileto, a la que también pertenecieron otros filósofos griegos de la talla de Anaximandro (su discípulo) y Anaxímenes (discípulo del anterior).

El sabio Tales, suele ser reconocido por romper con el uso de la mitología para explicar el mundo y el universo, cambiándolo en su lugar por explicaciones naturales mediante teorías e hipótesis naturalistas que utilizan la razón (logos), por lo que es considerado el iniciador de la especulación científica, la filosófica griega y occidental, aunque su figura y aportaciones están rodeadas de grandes incertidumbres, como ocurre a la mayoría de filósofos presocráticos.

La mayoría de los historiadores presentan a Tales como un genuino milesio, aunque, según Diógenes Laercio, doxógrafo griego, fue admitido en la ciudad jonia de Mileto, a orillas del mar Egeo, después de ser expulsado de Fenicia junto con Nileo. Naciera o no en Mileto, lo que está claro es que residió en aquella ciudad y que fue allí donde desarrolló su filosofía, sus investigaciones científicas y sus intervenciones políticas de renombre.

Parece ser que fueron condiscípulos suyos Solón y Ferécides de Siros. Hay fuentes que lo vinculan con Pitágoras, a quien habría recomendado viajar a Egipto y educarse con los sacerdotes de Menfis y Dióspolis. Sin embargo, estos datos no son confiables, puesto que provienen de fuentes muy alejadas de la época de Tales. De los babilonios pudo también haber obtenido conocimientos científicos. Sí es más seguro que el filósofo Anaximandro haya sido su discípulo, así como Anaxímenes de este último. Tanto Heródoto como Diógenes Laercio lo señalan como un sabio consejero político de jonios y lidios.

Entre las muchas anécdotas que de Tales se cuentan, relata Heródoto que logró desviar el río Halys para que fuera cruzado por el ejército de Creso. Aristóteles, por su parte, cuenta en su libro "Política", cómo una vez que, habiéndosele reprochado su pobreza y su falta de preocupación por los asuntos materiales (demostrándolo con la anécdota de que, por ir mirando las estrellas para sus estudios astronómicos, se cayó en un pozo), para dejar de ser motivo de burlas previó, gracias a sus conocimientos astronómicos, vaticinó que habría una próspera cosecha de aceitunas la siguiente temporada, compró durante el invierno todas las almazaras o prensas de aceite de Mileto y Quíos y con ese monopolio las alquiló al llegar la época de la recolección, con lo que acumuló una gran .

Qué pena que en nuestro país no tengamos ahora otro Tales de Mileto, cuando tanta falta nos haría este año que tanto se están forrando algunas industrias, supermercados y depósitos de venta a granel, mientras que a los productores apenas les pagan por su aceite ni para poder compensar los costes de producción y a los consumidores tan alto nos la suben el litro que nos van hacer prohibitivo su uso, teniéndolas que sustituir por productos sucedáneos, paradójicamente, en el país del mundo donde tenemos más olivos, más aceitunas, más "aceituneros altivos, como dice la canción, y más aceite. En 2021, última cosecha normal, se recolectaron hasta 1,336.000,4 millones de toneladas de aceite.

Quizás la anécdota más conocida de Tales es aquella que nos refiere Heródoto: que predijo a los jonios el año en que sucedería un eclipse solar (lo que desde 2005 se sabe que fue por el conocimiento de un ciclo de eclipses babilónico), hacia el año 585 a. C. El eclipse ocurrió, en efecto, en medio de una batalla, lo que llevó a los contendientes a detenerse y a firmar un acuerdo de paz, por temor de que el evento fuera una advertencia divina.

La anécdota del pozo la cuenta Platón, por boca de Sócrates, en su diálogo "Teeteto": que, al caer Tales en un pozo por ir mirando el movimiento de las estrellas, una campesina tracia se reía mientras el filósofo se excusaba diciendo «que tenía tantas ansias por conocer las cosas del cielo, pero de tanto mirar las estrellas, dio un traspiés y él mismo se estrelló sin saber lo que había en la tierra.

Tales de Mileto nos dejó como legado su Teorema del ángulo inscrito. Se supone además que Tales conocía ya muchas de las bases de la geometría, como el hecho de que cualquier diámetro de un círculo lo dividiría en partes idénticas, que un triángulo isósceles tiene por fuerza dos ángulos iguales en su base o las propiedades relacionales entre los ángulos que se forman al cortar dos paralelas por una tercera línea recta.

En Filosofía, se considera a Tales de Mileto como el primer filósofo de Occidente por haber sido quien intentó la primera explicación racional a distintos fenómenos del mundo, de la que se tiene constancia en la historia de la cultura occidental. En su tiempo predominaban aún las concepciones míticas, pero Tales buscaba una explicación racional, lo que se conoce como «el paso del mito al logos» (la razón).

En cuanto a su propia filosofía, contamos con el importante aporte de Aristóteles, porque siempre jerarquizaba sus fuentes con un fuerte sentido crítico respecto a su confiabilidad. En cuanto a la materia, la explicación universal y racional que Tales sostuvo fue que el agua es el origen de todas las cosas que existen, el elemento primero. En Metafísica, consideraba el alma como dadora de vida, movimiento y divina.

Y por último, de nuevo Aristóteles en "Sobre el cielo" y Séneca en "Cuestiones naturales", afirman que Tales sostenía que la tierra sobre la que pisamos es una especie de isla que «flota» sobre el agua de forma parecida a un leño y por eso la tierra a veces tiembla, porque, al no estar sostenida sobre unas bases fijas, sino que, al estar flotando sobre el agua, se tambalea.

Recapitulando todo lo anterior, se puede concluir que Tales fue el primer filósofo de Occidente y también el primer intelectual del que se sabe que trató de conocer la verdad del mundo mediante explicaciones racionales y no fantásticas o místicas, como hasta entonces se hacía en la Antigua Grecia por medio de los mitos. Y, por lo tanto, Tales es muy importante para la Historia de la filosofía occidental. Fue el iniciador de la misma y, con ello, blandió la bandera de la sabiduría llevándola a lo más alto, habiendo creado un legado de búsqueda y amor por la cultura y el saber, que luego continuarían Anaximandro y Anaxímenes, y que llegó a su esplendor con Sócrates en la antigua Grecia más de un siglo después con Sócrates, Platón y Aristóteles: tres filósofos que se han convertido en los pilares del pensamiento que hoy conocemos bajo el nombre de filosofía occidental.

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