No tenemos arreglo. Los contagios siguen aumentando, las muertes por desgracia también, los ingresos hospitalarios rompen la tónica conocida hasta la fecha dibujando una situación nada buena para Ceuta. Pero esto no impide que haya quienes sigan considerando esto un juego y se líen la manta a la cabeza para seguir organizando botellones, encuentros masivos e incumpliendo las normas. No es de recibo que, con la que está cayendo, haya más de 200 multas en cuatro días contra personas que no llevaban mascarilla. Y son muchas menos de las que deberían, porque no hay más que darse una vuelta por la ciudad a determinadas horas para comprobar que eso de las normas es un juego prohibido para muchos que no las acatan porque saben, a ciencia cierta, que ninguna autoridad policial va a subir a su barrio a vigilar si cumplen o no las normas. Al hecho de no llevar mascarilla se suman los botellones. Sí, se siguen haciendo. Sí, se siguen montando juergas en los puntos menos visitados por las patrullas policiales: Santa Catalina, Valdeaguas, la ermita de San Antonio, zonas de la periferia... Cada fin de semana se siguen montando las reuniones masivas de personas que se pasan las botellas de alcohol de unos a otros, comparten cigarros y por supuesto llevan mascarilla de babero o colgada del brazo como última moda. De recuerdo dejan estos lugares llenos de basura, porque el aumento de los vertederos incontrolados ha ido parejo al incumplimiento de las normas establecidas. Esto es lo que tenemos que soportar y estas son las conclusiones de quienes viven por encima de todo, se burlan de los dramas que contamos a diario y evitan una responsabilidad incrementando el riesgo y poniendo en peligro a todos los demás porque son egoístas y temerarios.
No se trata de poner un policía en cada esquina ni de ir persiguiendo chiquillerías. Se trata de asumir la gravedad de lo que está ocurriendo, algo impensable en quien es la mayor burla a la condición humana.
Más mano dura. No hay otra.