Vaya por delante que no quiero ser pesada. También que no tengo una especial animadversión a los populares. A lo que sumo el dato de que no soy pesimista. Lo que pasa es que no me gusta que me engañen. Así, sin esperarlo. Y claro, las promesas a largo plazo, perdidas ya en el tiempo, suenan a eso, a mentiras endulzadas para que duelan menos.
Nos cuenta el Ejecutivo que pronto se van a ver los resultados de la cumbre en Madrid. Que “el tiempo pondrá a cada uno en su lugar”. Que queda demostrado eso de que Ceuta y Melilla son “una prioridad” para Madrid. Es una forma belicosa de replicar a la crítica política y ciudadana después de conocer que más allá de prometer lo no cumplido, poco se ha cambiado. Sí es verdad que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio. Ya lo está haciendo. Lo que sucede es que hay políticos que además de obviar la realidad que les rodea son miopes selectivos. Ya saben, esos que ven mal lo que quieren ver.
Sí, claro que el tiempo pone a cada uno en su sitio. A nosotros como ciudad nos ha puesto hace muchísimo tiempo en nuestro sitio, por mucho que el Gobierno del Partido Popular tenga que insistir en su particular discurso de que a Madrid le interesamos mucho. No señores. A Madrid y sus gobiernos le interesamos para lo que ellos quieren, que es poco más que darse un paseíllo en campaña electoral y justificar el sueldo de quienes los representan. Yo hace tiempo que habría presentado mi dimisión solo por el olvido y el desprecio con el que nos está tratando en todo lo que se refiere a frontera, inmigración, gestiones en materia de seguridad. Estamos abandonados y hemos retrocedido demasiados kilómetros en mejoras que parecía habíamos alcanzado.
Tenemos unas plantillas policiales que funcionan a medio gas, una frontera muerta que ahora dicen que van a arreglar (¿también todo lo perdido?, ¿cómo?, ¿qué de nuevo le van a ofrecer a cambio a Marruecos?), unos negocios privados de renombre que o se han ido o se han cansado, una crisis social brutal que ha dado pie a una fractura cada vez más abierta y peligrosa... Y todo esto es fruto de una pérdida gradual de terreno, una falta de acción/determinación y un ausencia absoluta de querencia por un pueblo que tiene más especificidades que las que nos narran en los cuentos chinos. Yo no siento que Madrid tenga prioridad por la tierra en la que vivo. Ni la haya situado en su plano de primeras actuaciones por muchas fotos presidenciales que nos remitan. Lo que siento es que cada vez hay más tristeza colectiva, más enrarecimiento social y, lo peor de todo, más temor por el futuro de los que más queremos, de nuestros niños. Esos pequeños y pequeñas llamados a seguir con las tradiciones de una tierra que ni se reconoce y en el que la falta de esa prioridad que nos intentan meter con calzador ha hecho que incluso estén alimentándose odios insanos, crispación donde no la había y miedo. Mucho miedo.
No, el tiempo no pondrá a cada uno en su lugar. Ya lo ha hecho.