Como podréis entender, que la máxima representación del Estado apoye la causa a la que estás dedicando la vida, es motivo de aleluya y felicidad.
La Reina Letizia quiso anotar en su agenda la presentación de la Guía de Estilo que nuestro equipo de comunicación ha elaborado a mejor gloria y rigor de la información sobre salud mental.
En un acto lleno de belleza y de recuerdos del pasado (yo iba para periodista), subí al estrado para participar en una mesa redonda sobre la comunicación en salud mental y la experiencia en primera persona, y con la única intención de ilustrar un poco a un público generalista.
Esta fue mi llamada de atención: la información que se presta es de baja intensidad y no está bien dimensionada. Si se pudiese condensar en una sola imagen el vacío, el dolor y la desesperanza que se vive en las unidades de salud mental, caeríamos en la cuenta de la urgente necesidad de normalizar los procesos que rodean a esta salud mental. El sostenimiento del Estado de Bienestar está en juego. Y no solo hablo de números, ya que la salud mental es la circunstancia que nos faculta para la alegría y la autoestima. Y la autoestima es un factor de desarrollo importantísimo de las sociedades.
¿A que no sabéis quien es el autor del prólogo de esta guía?
PRÓLOGO
“No nos pesan las palabras si es que están impregnadas de justicia.
En este orden, las palabras justas alumbrarán una visión de la salud mental en positivo, justo lo que necesitamos. La regla que rige es: a más información, más justicia y menos estigma.
Es fundamento inaplazable introducir elementos de juicio en el debate social, que redunden en una mayor comprensión de los procesos que rodean a la salud mental; una realidad difícil de por sí, y cuya normalización requiere de soluciones complejas.
A esto nos dedicamos en el movimiento asociativo Salud Mental España.
Siendo así, hemos de introducir al menos tres líneas de reflexión, para que toda información que tenga a la salud mental como protagonista, tenga a su vez un centro, un origen que dé luz, y nos lleve a ese mágico momento que es el entendimiento.
En un primer momento, hemos de conciliar la idea de que el colectivo de personas que padecemos un problema de salud mental es de lo más diverso. Cada persona es depositaria de una circunstancia vital, más allá de si tiene o no un diagnóstico. Cada uno estamos en una fase de recuperación distinta, y presentamos unas necesidades, una gravedad y unas potencias que nos caracterizan.
Dicho esto, hay que rehuir de toda generalización.
Si destacamos el trastorno mental como causa de un suceso negativo o violento, sin más, en verdad estamos faltando a la dignidad y buen nombre de una inmensa mayoría; estaremos perpetuando un estigma, un rechazo que nos prohíbe participar en la sociedad como miembros de pleno derecho. Aquí, la responsabilidad de los medios de información es máxima.
En segundo lugar, hay que marcar en la conciencia colectiva la idea veraz de que la salud mental es un tema que nos afecta a todos en su conjunto y por igual.
Tradicionalmente, y hablo de mí, el trastorno mental era algo que pasaba al vecino o al familiar de algún conocido. Al tener por seguro, que una de cada cuatro personas sufrirá algún tipo de problema de salud mental a lo largo de su vida, la sociedad estará más preparada para articular una respuesta. Es así, la sociedad de la información, de la exigencia, y de la competitividad, es un medio agresivo para la mente.
Por fin, tenemos que traspasar el relato del drama, de las familias deshechas, de la persistencia de los síntomas, y situar a la persona como ser social, que necesita de un rol social para alcanzar el bienestar psíquico.
Llega un punto en la recuperación de una persona que lo que necesita es un aliento para el fin al que estamos llamados: tener un proyecto de vida independiente.
No es poco. No lo olvidemos: la vida es un lugar para vivir.
Ahora solo queda informar en consecuencia; y hacer juramento, para no faltar nunca a la belleza, ni a ninguna de sus formas.
El día que la sociedad entienda que la diversidad en la función mental es signo de riqueza, podremos decir que el estigma ha sido un mal sueño”.