Aprovecho este espacio para responder a varios lectores que, aunque se han dirigido a mí, sus elogiosos comentarios se refieren a la dirección y a los profesionales que han logrado una combinación equilibrada de noticias y de análisis críticos. Efectivamente, como me dice Juan Manuel, han conseguido que este Faro sea “un soporte ágil de relatos actuales y de comentarios serios desde diferentes perspectivas teóricas, sociológicas e ideológicas”. Me permito responderle que esta acertada opción -que coincide con la orientación de los principales rotativos mundiales- está determinada por el hecho constatado de que las informaciones -que nos llegan de manera instantáneas y por múltiples conductos- requieren que sean descifradas, interpretadas y valoradas. Podemos decir que los sucesos son portadores de diferentes significados que, a veces, no son fáciles de identificar. Por eso -afirma Luis- “es de agradecer que nos expliquen con rigor y con claridad las repercusiones reales en nuestras vidas”.
¿Cuáles serán, por ejemplo, las consecuencias de la pandemia y los riesgos de los rebrotes? ¿Cómo afecta a la economía la ola de calor? ¿Tenemos que preocuparnos por las relaciones entre los Estados Unidos y China? ¿Qué ocurre con la caída del Pib? ¿Es cierto que nos está invadiendo una plaga de “gerontofobia”, que oculta o ignora a los ancianos, y otra de “niñofobia”, que señala a los niños como los causantes de nuevos brotes? ¿Es admisible que los discursos y las declaraciones de los políticos de las diferentes ideologías se conviertan en broncas y en crispadas peloteras?
Para comprender las razones de estas preguntas y para responder de manera adecuada parto del supuesto de que el periodismo es una actividad mediadora que consiste en reunir, sintetizar, jerarquizar y publicar informaciones, y, también, en formular opiniones razonadas y en emitir juicios críticos sobre hechos del presente, sobre episodios del pasado y sobre pronósticos de las consecuencias económicas, electorales, sociales, científicas o culturales. ¿No es cierto que todos los sucesos, incluso los anecdóticos, encierran en su interior semillas de nuevos episodios? El periodismo que aquí practicamos constituye un faro que nos orienta, un espejo, en el que nos miramos y, también, una pantalla en la que podemos encontrar claves para comprender los episodios más importantes. ¿Dónde reside -me pregunta Agustín- el prestigio de un periódico? “En la credibilidad que genera su cabecera”, le respondo. Las noticias y las opiniones vertidas en un periódico son valoradas de diferentes maneras según la “autoridad” que nos inspiran la empresa y sus profesionales. No olvidemos que los lectores buscamos la verbalización de nuestras ideas, la interpretación de nuestros comportamientos y la valoración de nuestras actitudes, sensaciones, sentimientos y experiencias personales.